128-mar-18 Última actualización:  

Publicada:28-03-2018

 

Semana Santa explicada a los niños

 

Los amigos de Jesús se sentían tristes de haber perdido un buen hombre, amable, generoso y piadoso. Alguien que había sanado enfermos, había hecho ver a los ciegos y revivido a personas de entre los muertos, un verdadero hijo de Dios. ¿Por qué había tenido que morir? Cuando el sol se escondía, José, uno de los amigos de Jesús, se dio cuenta que Él ya no respiraba más. Que había muerto. Entonces pidió apresuradamente que le permitieran bajarlo de la cruz para enterrarlo, y cuando aceptaron su petición, junto con Nicodemo, fueron a ponerle ropa limpia y lo llevaron a su tumba. Al día siguiente, los fariseos, temiendo que los apóstoles robaran el cuerpo de Jesús, colocaron una piedra gigante en la entrada de la tumba. Y recordaron lo que el Hijo de Dios les había dicho: «Al tercer día resucitaré de entre los muertos». Antes del amanecer, un ángel bajó del cielo y movió la gran piedra que se encontraba en la entrada del sepulcro de Jesucristo. La dejó varios metros alejada y se sentó sobre ella. Poco después llegó María junto con otras mujeres para visitar la tumba de su Hijo. No sabían cómo entrarían por la gran roca que se encontraba en la entrada, pero cuando llegaron fueron sorprendidas por el ángel, quien les dijo: «No tengan miedo. Sé que han venido a ver a Jesús pero Él no está aquí. Ha resucitado como lo había dicho». Las mujeres entraron y, efectivamente, Jesús no estaba, había resucitado, ¡estaba vivo! Entonces, el ángel les aseguró que se fueran a Galilea, allá los vería. María y sus acompañantes corrieron a darle la Buena Nueva a Pedro, quien fue hasta el sepulcro y comprobó lo que le habían anunciado. Dos amigos de Jesús se encontraban en una aldea llamada Emaús, caminaban tristes por la muerte de su Maestro. En ese momento un hombre se les unió. Uno de los caminantes le contó al forastero que habían buscado a Jesús en el sepulcro, pero no había nadie. Estos hombres aún no se habían dado cuenta que estaban hablando con precisamente con Él. Luego lo invitaron a comer y cuando Jesús repartió el pan, ambos se dieron cuenta que habían estado todo el tiempo con el Hijo de Dios. Sin embargo, Él desapareció. Cuando regresaron a Jerusalén le contaron a los demás discípulos lo que les había ocurrido y, mientras lo hacían, Jesús apareció nuevamente. Al inicio tuvieron miedo, pensaban que era un fantasma, pero al ver la marca de los clavos en sus pies y manos supieron que Jesús había resucitado de entre los muertos. ¡Jesús está vivo!

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