25/01/19
El Papa comenzó su mensaje ante a unos 250 mil jóvenes, recordando la JMJ en Cracovia, «donde algunos me preguntaron si iba a estar en Panamá y les contesté: “yo no sé, pero Pedro seguro va a estar. Pedro va a estar”. Hoy me alegra decirles: Pedro está con ustedes para celebrar y renovar la fe y la esperanza».
En relación con las dificultades que los jóvenes han tenido para el viaje, el Papa dice: «Sé que llegar hasta aquí no ha sido nada fácil. Conozco el esfuerzo, el sacrificio que realizaron para participar en esta Jornada. Muchos días de trabajo y dedicación, encuentros de reflexión y oración hacen que el camino sea en gran medida la recompensa. El discípulo no es solamente el que llega a un lugar sino el que empieza con decisión, el que no tiene miedo de arriesgar y ponerse a caminar».
El Papa recordó que los primeros en llegar fueron los indígenas y los descendientes de africanos, pues tuvieron su encuentro, días antes de la JMJ, y ahora son parte de esta gran celebración.
El Papa invita a los jóvenes a que «con sus gestos y actitudes, con sus miradas, sus deseos y especialmente con su sensibilidad desmienten y desautorizan todos esos discursos que se concentran y se empeñan en sembrar división, en excluir o expulsar a los que “no son como nosotros”». Insiste: “Por el contrario, sabemos que el padre de la mentira prefiere un pueblo dividido y peleado, a un pueblo que aprende a trabajar juntos”».
Para el Papa, «la cultura del encuentro es un llamado e invitación a atreverse a mantener vivo un sueño en común. Sí, un sueño grande y capaz de cobijar a todos. Ese sueño por el que Jesús dio la vida en la cruz y el Espíritu Santo se desparramó y tatuó a fuego el día de Pentecostés en el corazón de cada hombre y cada mujer, en el tuyo y en el mío. Ustedes son verdaderos maestros y artesanos de la cultura del encuentro, es la que nos hace caminar juntos, desde nuestras diferencias. Todos somos GCU (gente como uno). El amor verdadero no anula las legítimas diferencias».
El Papa preguntó a los jóvenes: «Cómo se llama el sueño nuestro? La multitud respondió: Jesús. “El amor que nos une hoy a nosotros es ese amor humilde, que no se pavonea, que no es orgulloso”. No tengan miedo de ese amor que es servicio, que es ternura, que gasta la vida».
Francisco, dirigiéndose a los jóvenes pregunta: «María se animó a decir “sí”. Se animó a darle vida al sueño de Dios. Y es lo mismo que el ángel te quiere preguntar a ti, a mí: ¿quieres que este sueño tenga vida? ¿Quieres darle carne con tus manos, con tus pies, con tu mirada, con tu corazón?».
Francisco afirma que «lo más esperanzador de este encuentro serán sus rostros y una oración e invitó a la multitud a repetir: «Señor, enséñame a amar como tú me has amado».
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