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14/10/20
A Francesco Testa, artista y músico napolitano, sintió la necesidad de dar sentido a su vida después de un viaje de dos semanas a Tanzania. Así nació AfricainTesta, la asociación que ha construido y que hoy financia la aldea confiada a las religiosas de la Congregación de las Pequeñas Misioneras Eucarísticas.
Aquí se oyen los gritos y las risas de los niños mientras juegan después de la clase, porque la asociación no sólo es un centro de acogida para menores en situaciones particularmente difíciles; es un lugar de vida, un hogar. Y también una escuela, con sus profesores para aprender un oficio cuando crezcan. Un día tendrán que dejar la aldea, volar con sus propias alas, trabajar y mantener una familia.
El proyecto de Francesco y de las muchas personas que lo han acompañado hasta ahora, lo prevé: ofrecer un trabajo que garantice un futuro digno a todos los pequeños que pasen por la aldea. Dos años después de la inauguración, ninguno de ellos ha abandonada la aldea por irse a trabajar.
El proyecto AfricainTesta recibió inmediatamente el apoyo de la arquidiócesis de Muanza y de su obispo, monseñor Renatus Leonard Nkwande. No sólo porque en el poblado se da a los menores la oportunidad de «afrontar la vida con coraje y serenidad».
Cada día es diferente aunque el ritmo tiene horarios que hay que respetar, como levantarse a las 6 de la mañana, el desayuno y el himno nacional y las clases hasta las 4:30 de la tarde. Después la aldea cobra vida con juegos, canciones, música. Hay quienes trabajan en el jardín o en los distintos talleres que permiten a los pequeños familiarizarse con algunos tipos de actividades profesionales. Y se ríen, a pesar de las muchas historias dolorosas que muchos llevan en sus corazones.
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