02/12/20
Dave Domingues
El compromiso de la fundación Anak-Tnk, organización católica liderada por el misionero francés Matthieu Dauchez, busca cuidar y acompañar a los niños de la calle de los suburbios y zonas pobres de la capital de Filipinas para que tengan un mejor futuro. Del tagalo al español, el nombre de la fundación se traduce como «niño» («anak»), mientras que «Tnk» es la abreviatura de «tulay ng kabataa», «un puente para ellos».
Desde 1998, el sacerdote y su equipo de voluntarios y personal ayudan a los niños necesitados a satisfacer sus necesidades básicas: vivienda, educación, nutrición y salud. «Tratamos de devolverles una vida digna y las sonrisas en sus rostros», dice el padre Dauchez.
La Fundación ya ha apoyado a más de 50 mil niños en sus 22 años de existencia y ahora está reforzando su compromiso mientras la pandemia se cierne sobre la nación. Estos pequeños suelen ser víctimas de abusos y traficantes de drogas. Suelen vivir de la mendicidad, de buscar comida en los basureros y, a veces, se dedican a la prostitución.
En Manila, más de 40 por ciento de la población urbana vive en condiciones de pobreza extrema, y la pandemia ha agravado la situación. «Tratamos dar respuesta a las necesidades médicas de cada niño y ofrecer cursos de formación a las comunidades locales para integrar los conceptos básicos de salud e higiene», dice el misionero. De hecho, uno de cada diez niños está desnutrido y uno de cada tres sufre retraso en el crecimiento. «Diariamente les proporcionamos comidas equilibradas y trabajamos para crear conciencia en las comunidades sobre cuestiones nutricionales», continúa el padre Dauchez.
«Anak-Tnk ayuda a los niños a tomar conciencia de su dignidad humana como hijos de Dios y a aprender nuevas y mejores perspectivas de vida», concluye. Durante su visita de 2015 en Filipinas, el papa Francisco se reunió con unos 300 niños a quienes la Fundación ha ayudado.
Fuente: fides.org
Más historias
«Luce», la mascota del Jubileo 2025
Papa Francisco: «Estoy escribiendo una segunda parte de Laudato si’»
Después de la sequía