Misioneros Combonianos
04/01/21
Les presentamos el mensaje de monseñor Enrique Díaz Díaz, obispo de Irapuato, sobre la liturgia del 4 de enero:
Todavía un poco aturdidos por lo extraño de estas fiestas de Navidad y Año Nuevo muchos de nosotros nos disponemos ya a una vida que pretende ser “normal” pero que está muy condicionada por la pandemia.
En nuestra liturgia seguimos celebrando la Navidad y es que si nos preparamos durante cuatro semanas para vivir este momento, no podemos ahora nada más así dejar pasar en un momento una celebración tan importante.
Estos días se llaman ferias de Navidad y tienen todo el sabor de presentación de Jesús, de acercamiento a su persona y de descubrir más este gran misterio. San Mateo (4,12-17.23-25) nos presenta a Jesús iniciando su ministerio y nuevamente insiste en llamarlo “Luz”, retomando la profecía de Isaías. Pero va más allá de simplemente presentarlo como luz y nos empieza a indicar concretamente cómo iluminará el camino de los creyentes. Su palabra se inicia llamando a la conversión ante la presencia del Reino de los Cielos.
Siempre la presencia de Jesús exigirá una conversión y nadie puede considerarse a sí mismo como ya salvo. Si ponemos nuestra vida ante los ojos de Jesús, podremos descubrir aquellas actitudes que no pueden caber en un discípulo.
Es clásico hacer propósitos de Año Nuevo, pero que estos propósitos vayan a actitudes concretas, a cambios profundos y no a un simple quiero ser bueno que queda ambiguo en el viento. Miremos qué es lo que nos daña en nuestro interior, de qué estamos insatisfechos, qué nos falta para acercarnos más a Jesús. Después de este inicio fundamental, se completa el mensaje de Jesús con su predicación y enseñanza respaldada por las curaciones y los milagros.
La Buena Nueva tiene que llegar a todas las personas y no solamente de oídas, sino vivido en experiencia que sana y que libera. ¿Cómo lo hemos recibido nosotros? ¿Cómo hacemos presente en nuestro tiempo y en nuestro espacio este Reino de los Cielos?
Estamos celebrando todavía Navidad, hagamos realidad al Emmanuel, Dios con nosotros, en nuestra situación concreta. El Reino de los Cielos está cerca, recibámoslo en nuestro corazón.
CEM
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