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En los 20 años que pasó en China y el Tibet, el padre Soulié identificó y clasificó más de siete mil especies de plantas, lo que lo convierte en uno de los taxónomos – la persona que, para la ciencia, identifica, clasifica y nombra objetos de origen biológico – más grande de todos los tiempos. De estas especies, la “Rosa soulieana” lleva su nombre, y otra se la dedicó a su compañero de misión, que moriría mártir con él, el padre Mussot, una genciana, la “Swertia mussoti”. Su “rosa” es un arbusto de flores blancas, cuyas ramas tienen espinas.
Todo lo enviaba al Museo de Historia Natural de París. Además, gracias a sus anotaciones geográficas y de rutas poco conocidas, fue condecorado en 1904 por la Sociedad Geográfica de París. Nacido en 1858 en el sur de Francia, en la localidad de St-Juéry, el joven Jean-André se había preparado en su diócesis para ser sacerdote, pero ya ordenado diácono, pidió entrar en el Seminario de Misiones Extranjeras de París, donde fue ordenado sacerdote y del que partió como misionero con destino al Tibet en octubre de 1885. Su primer lugar de misión fue Bathang, a 200 kilómetros al norte de la actual Myanmar, en 1891 pasa a Cha-pa, después Tse-kou, remontando el gran río Yangtsé, y finalmente, en 1896, Yaregong. Aun así, se mueve en un vasto territorio ubicado entre tres de los ríos más importantes de Asia, que nacen allí en el Tibet, el Salween que desemboca en Myanmar, el Mekong, el más importante de Vietnam, y el ya referido Yang-Tsé. La iglesita del padre Soulié fue apedreada regularmente y a pesar de que curaba a todo el mundo gratuitamente, incluso vacunando contra la viruela, y de haber adquirido fama de ser un gran médico, la situación se complicó. En 1905 fue desatada la persecución y el padre fue apresado. Tras doce días de torturas fue ejecutado el 14 de abril, pero su trabajo vivirá por siempre en su rosa soulieana.
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