La hermana Stella Niwagira, de las Hermanas Misioneras de San Pedro Claver, escribe desde su Uganda natal y cuenta cómo se ha visto afectada su gente por la pandemia de Covid-19, los retos del confinamiento total y cómo reaccionaron los ugandeses ante esta situación insólita.
“Cuando escuchamos por primera vez sobre la pandemia de Covid-19, pensamos en ella como algo que no nos afectaría directamente aquí en Uganda. Se pensaba que era más una gripe extraña, aunque mortal, que estaba afectando a China. Sin embargo, pronto nos dimos cuenta de que el virus había llegado a Europa y se estaba propagando rápidamente.
Los primeros casos en África se anunciaron en nuestros países vecinos de Kenia y Tanzania. Tan pronto como esto sucedió, comenzamos a entrar en pánico. Muchas historias, tanto verdaderas como engañosas, comenzaron a difundirse al mismo ritmo que el propio virus. Sin embargo, lo que sí era cierto era que Europa y América iban a cerrarse.
Antes de que nos diéramos cuenta, Uganda también decidió entrar en confinamiento, incluso antes de que se diagnosticara el primer caso positivo en el país.
Fue entonces cuando comenzaron nuestros problemas, pero poco podíamos hacer al respecto. Originalmente, se suponía que nuestro encierro duraría dos semanas. Sin embargo, cuando quedó claro que sería por más tiempo, la gente se angustió. Ese primer confinamiento se desarrolló de marzo a mayo de 2020. Como todos sabrán, fue un momento muy desalentador para todos tener que vivir bajo confinamiento.
Muchas personas en las ciudades y pueblos de aquí tienen que arreglárselas con lo que ganan cada día. Eso significa que, si alguien no ha podido salir a trabajar, no tendrá nada para comer. Pueden imaginarse entonces, que tan pronto como comenzó el confinamiento, mucha gente empezó a pasar hambre.
Aquellos que fueron lo suficientemente valientes optaron por volver a sus pueblos, aunque tuvieran que caminar cientos de kilómetros para hacerlo. Se veía como la mejor opción porque, en las aldeas, la gente cultiva sus propios alimentos en sus huertos. No es necesario comprar comida ni pagar el alquiler cuando estás en tu propia casa.
El gobierno intentó distribuir algo de comida, pero fue como una gota en el océano. Solo un pequeño porcentaje de los que necesitaban comida recibió una pequeña porción que les duró algunas semanas.
En las ciudades y pueblos, la gente se inquietaba. Algunos comenzaron a unirse a pandillas y se volvió peligroso incluso salir de compras. Las pandillas incluso atacaban a personas a plena luz del día.
Afortunadamente, hubo un toque de queda que se extendió desde las 7 de la tarde hasta las 6:30 del día siguiente. Sin él, podría haber habido más robos y delincuencia por la noche.
La vida también se volvió difícil para las familias. Para la mayoría de las parejas, esta fue su primera experiencia de estar juntos todo el día todos los días, de lunes a domingo. Las parejas comenzaron a pelear por asuntos triviales. Para algunos, fue demasiado y algunos hombres simplemente se marcharon y dejaron a sus esposas en casa con los niños.
Debido a que las escuelas estaban cerradas, todos los niños también estaban en casa. Muchos adolescentes que habían estado activos antes de la pandemia comenzaron a aburrirse. Desgraciadamente, vimos un aumento en el número de niñas embarazadas. En algunos distritos, las cifras fueron alarmantes, en un área, más de 700 niñas quedaron embarazadas durante el confinamiento.
Cuando finalmente terminó el bloqueo total, comenzó la lucha por vivir en la nueva normalidad. Muchas empresas tuvieron que despedir a algunos trabajadores y los que se quedaron recibieron la mitad del salario. Ninguna de las instituciones de educación ha vuelto a funcionar a pleno rendimiento, y los estudiantes tienen que aprender por turnos.
Como mencioné anteriormente, cuando Uganda se confinó, no había ningún caso de Covid-19. Sin embargo, cuando el bloqueo total llegó a su fin, había cientos de casos.
Afortunadamente, a pesar de la época difícil que ha atravesado el país, Uganda no se ha visto tan afectada por la pandemia como otros países vecinos. En cualquier caso, recemos todos por el fin de la pandemia y tratemos de seguir estando a salvo”.
Crédito de la nota: OMPRESS.
Más historias
Acutis y Frassati, el millenial y el estudiante que serán santos en el Jubileo
Escuelas en riesgo por los desastres naturales en Filipinas
Pakistán: hacia la beatificación del joven Akash Bashir