África es un continente de esperanza en lo que se refiere a las vocaciones a la vida consagrada misionera comboniana. Es un tiempo de bendición como lo fue para Europa después de la Segunda Guerra Mundial”, afirma el padre Elias Essognimam Sindjalim, Secretario general de la formación de los Misioneros Combonianos (MCCJ), en una entrevista con la Agencia Fides.
¿Puede darnos una idea de la situación de las vocaciones combonianas?
“Este año tenemos treinta y siete novicios que harán su primera profesión en el mes de mayo: el 8,1% procede de Asia, casi el 19% de América y el 72,9% es africano.
Hay 147 estudiantes de teología y hermanos en la etapa final de la formación básica en este curso 2020-2021. De estos 147 estudiantes, el 10% son religiosos no sacerdotes, los llamados hermanos. Es importante destacar que somos un instituto de sacerdotes y hermanos que desempeñan ministerios complementarios en la misión.
Las circunscripciones combonianas (provincias y delegaciones) que registran el mayor número de candidatos y jóvenes en formación en África son la República Democrática del Congo, Togo-Ghana-Benín, Mozambique, Malawi-Zambia y Uganda. Últimamente las cifras están aumentando en Sudán del Sur y Kenia”.
¿En qué contextos florecen las vocaciones?
“En la historia del instituto, las primeras vocaciones africanas procedían casi exclusivamente de las parroquias y de las obras sociales de los misioneros combonianos. Pero las cosas han cambiado, ahora los jóvenes que piden ser combonianos vienen también de parroquias no combonianas a causa de la globalización, pero sobre todo como fruto del servicio de animación misionera realizado a través de las revistas misioneras y de la promoción vocacional.
Algunos dicen que los africanos entran en la vida religiosa por la pobreza. Creo que el verdadero humus para las vocaciones es la vivacidad y la vitalidad de las Iglesias locales africanas, en las que los jóvenes encuentran un espacio para crecer en su fe”.
¿Qué impulsa a un joven africano a hacerse sacerdote y misionero comboniano hoy en día?
“La primera causa es, sin duda, la vida de fe vivida en las familias y en las Iglesias locales, con su vitalidad y vivacidad. La segunda razón es el testimonio de vida y de misión de tantos misioneros comprometidos en África. Muchos jóvenes nos dicen ‘quiero ser misionero como tal persona’. El tercer punto es el impacto social de las obras de caridad de los misioneros. En muchos países africanos es la pastoral social de la Iglesia (en escuelas, hospitales, centros de promoción humana, justicia, paz e integridad de la creación, etc.) la que salva la vida de tantas personas cada día, de forma concreta”.
¿Cuáles son los retos en esta situación de abundancia de vocaciones?
“Si las vocaciones son una bendición, también son una responsabilidad. Ante el gran número de candidatos hay que contar con la responsabilidad de la calidad de la formación y de vivir los compromisos de la vida religiosa a lo largo de toda la vida. Por eso los retos son muchos, como ejemplo cito los cuatro más importantes.
El primer desafío es discernir bien las vocaciones, acompañarlas y formarlas para que vivan los compromisos de la vida religiosa a lo largo de su vida.
El segundo reto es económico, ya que es necesario adaptar las estructuras de formación al creciente número de personas, invertir en estudios de calidad y disponer de medios económicos para sostener a los candidatos y formadores en las casas de formación.
El tercer desafío es el de la interculturalidad, que desde siempre es el más importante para nuestro Instituto porque desde su fundación ha sido llamado a dar testimonio de la catolicidad de la Iglesia formando comunidades internacionales e interculturales en la misión.
El cuarto reto es el de formar para la misión de hoy. Viviendo en una sociedad ‘líquida’, se puede caer en la tentación de pensar que la misión está en todas partes y olvidar la especificidad de la misión comboniana que es la misión ad gentes, ad vitam, ad pauperes. A los jóvenes les puede resultar difícil vivir lo que los combonianos llaman la misión difícil, la misión de la periferia. Por eso, la preparación para la misión con la especificidad comboniana está siempre en el horizonte de todo el proceso de formación.
Crédito de la nota: Agencia Fides.
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