El orador alemán estaba leyendo la lectura de Gálatas, eje de la catequesis del Papa durante la audiencia general, cuando el pequeño Pablo Jr. subió tranquilamente las escaleras del Aula Pablo VI. Tiene diez años, con retraso cognitivo, llegó a Roma con su familia desde San Ferdinando di Puglia y se acercó directamente a la silla del Papa. Y Francisco lo vio acercarse con una sonrisa. En cuanto el niño apareció frente a él, le estrechó las manos, dándole un golpe afectuoso y una caricia. En medio de la mirada divertida de los fieles presentes en el Aula, mientras seguía leyendo la Carta de San Pablo en varios idiomas, el Papa intercambió unas palabras con el niño y le preguntó si quería sentarse a su lado. Inmediatamente Monseñor Leonardo Sapienza, regente de la Prefectura de la Casa Pontificia, se levantó para cederle la silla.
El dedo en el solideo
Los aplausos comenzaron espontáneamente y Pablo Jr. se unió a ellos, aplaudiendo y sonriendo, se apreciaba su sonrisa oculta por la mascarilla. Luego miró a su alrededor y se levantó de nuevo, volviendo hacia el Papa, del que tomó ambas manos saltando. Francisco le dirigió algunas palabras más, pero Pablo se fue detrás de la silla papal, donde se había traído una silla para Monseñor Sapienza. El niño pidió al regente de la Casa Pontificia el solideo del Papa, señalándolo con el dedo. La petición se la hizo también al orador en portugués, que acababa de llegar al micrófono para leer la lectura. Pablo Jr. le cogió espontáneamente de la mano y tiró de él hacia el Papa, diciendo que quería el solideo blanco. Mientras tanto, los fieles aplaudían y trataban de filmar el evento no programado con sus celulares.
Francisco: «Este niño nos ha dado una lección a todos»
Tras abrazar al Papa, el niño fue acompañado de vuelta a su asiento por su madre, que había subido a buscarlo. Francisco recordó la escena al comienzo de su catequesis: «Estos días estamos hablando de la libertad de la fe, escuchando la Carta a los Gálatas. Pero me acordé de lo que dijo Jesús sobre la espontaneidad y la libertad de los niños, cuando este niño tuvo la libertad de acercarse y moverse como si estuviera en su casa…», dijo el Papa. «Jesús nos dice: ‘También vosotros, si no os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos’. La valentía de acercarse al Señor, de abrirse al Señor, de no tener miedo del Señor: agradezco a este niño la lección que nos ha dado a todos. Y que el Señor le ayude en su limitación, en su crecimiento, porque dio este testimonio que le salió del corazón. Los niños no tienen un traductor automático del corazón a la vida: el corazón va adelante», dijo el Santo Padre.
Crédito de la nota: Vatican News.
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