Levantarse del propio sedentarismo, cuidar de los hermanos y dar testimonio del Evangelio de la alegría. Tres recomendaciones, a partir de tres verbos tomados del Evangelio, dio el papa Francisco a los jóvenes llegados a Roma de distintos territorios de Italia para el Congreso Misionero Juvenil, con ocasión el 50 aniversario del nacimiento del Movimiento Juvenil Misionero de las Obras Misionales Pontificias, hoy conocido como «Missio Giovani».
La misión, les dijo el Papa, hay que vivirla cada día. Por eso con tres pasajes del Nuevo Testamento que ve a Jesús y los discípulos en acción, el Santo Padre señaló «tres movimientos muy concretos» que espera puedan sostener el recorrido de los jóvenes en el futuro: levántate, cuida y da testimonio.
Supera las parálisis: ¡Levántate!
El primer verbo, levántate, está tomado del episodio del Evangelio de Lucas en el que Jesús devuelve la vida al hijo de la viuda de Naín (7:11-17). El Señor se compadece de la madre que llora a su hijo y le dice: «¡No llores!». Lo dice, explicó el Papa, «para iniciar una acción, porque Jesús se interesa por el dolor de los que sufren. Él ha venido a salvar a los que están en las tinieblas y en la sombra de la muerte, y al joven le dice: “Yo te lo ordeno, levántate. Devolver la vida a este muchacho – explicó – significa dar un futuro también a su madre y a toda la comunidad».
Esta palabra de Jesús sigue resonando en el corazón de muchos jóvenes de hoy, y a cada uno le dirige la invitación: «Te digo ¡levántate!». Este es el primer sentido de la misión sobre el que los invito a reflexionar: Jesús nos da la fuerza para levantarnos y nos pide que salgamos de la muerte del egoísmo, de la parálisis del egoísmo, de la pereza y de la superficialidad.
Sucede que estas parálisis «están por todas partes», nota Francisco. Y son ellas «las que nos bloquean y nos hacen vivir una fe de museo, no una fe fuerte, una fe más muerta que viva». Por eso para resolver esta fea actitud, Jesús dice: «¡Levántate!». Es para que sean «relanzados» hacia un futuro de vida, lleno de esperanza y caridad hacia nuestros hermanos y hermanas.
Cuida de tus hermanos
El segundo verbo, «cuidar», el Papa lo toma de la parábola del Buen Samaritano, que, a diferencia de los dos ministros del culto que ven al herido pero pasan de largo, se detiene ante él y lo cuida: «lo hace con inteligencia – hace notar Francisco a los jóvenes. Le presta los primeros auxilios que puede, luego lo lleva a una posada y le paga al dueño para que lo cuide durante los próximos días».
Vivir la caridad de forma dinámica e inteligente, es, pues, la recomendación del Santo Padre a los chicos y chicas de la «Missio Giovani», para que utilicen sus habilidades y pongan su inteligencia al servicio de la organización de la caridad con proyectos «de gran alcance»:
Hoy les toca a ustedes, ¡pero no son los primeros! ¡Cuántos misioneros «buenos samaritanos» han vivido la misión cuidando a sus hermanos heridos en el camino! Siguiendo sus pasos, con un estilo y unas maneras adaptadas a nuestro tiempo, ahora les toca a ustedes llevar a cabo una caridad discreta y eficaz, una caridad fantasiosa e inteligente, no episódica sino continua en el tiempo, capaz de acompañar a las personas en su camino de sanación y crecimiento.
Da testimonio, ¡vive como un resucitado!
Porque «todo cristiano, bautizado en agua y Espíritu Santo, está llamado a vivir como si estuviera inmerso en una Pascua perenne y, por tanto, a vivir como resucitado», el papa Francisco les dio a los jóvenes el tercer verbo: dar testimonio. Lo tomó de los Hechos de los Apóstoles, que narra de las apariciones de Jesús a los discípulos tras su resurrección. Jesús, precisó el Santo Padre, «lo hizo para explicarles el misterio de su muerte, para perdonarles por haber huido en el momento de la prueba, pero sobre todo para animarles a ser sus testigos en todo el mundo». Y animó:
¡No vivir como muertos, vivir como resucitados! Este don no es para nosotros solos, sino que está destinado a ser compartido con todos. La misión no puede sino estar motivada por el entusiasmo de poder compartir por fin esta felicidad con los demás. Una hermosa y enriquecedora experiencia de fe, que también sabe lidiar con las inevitables resistencias de la vida, se vuelve casi naturalmente convincente. Cuando alguien cuenta el Evangelio con su propia vida, traspasa incluso los corazones más duros.
Una sonrisa sincera
Concluyendo, Francisco invitó a los chicos a leer las últimas páginas de la Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi de San Pablo VI que describe el evangelizador y les recomendó:
El anuncio debe hacerse con una sonrisa: pero no con una sonrisa profesional, o la que se utiliza en la publicidad de la pasta de dientes, no, eso no funciona. Eso no sirve de nada. El anuncio debe hacerse con una sonrisa, con una sonrisa sincera, y no con tristeza.
Compartan siempre la Buena Nueva – finalizó – y se sentirán felices.
Crédito de la nota: Vatican News.
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