El Simposio de Conferencias Episcopales de África y Madagascar (SECAM), que reúne a todos los obispos de África, hizo pública el pasado martes una declaración en la que instan a los gobiernos del continente a emprender actuaciones y tomar medidas de protección de la biodiversidad. El texto se ha presentado en un acto en Nairobi, Kenia, donde están teniendo lugar sesiones preparatorias para la cumbre de las Naciones Unidas sobre la Biodiversidad (COP15) que se celebrará en Canadá en diciembre.
Siguiendo la línea marcada por el papa Francisco en su encíclica Laudato si’, este documento considera que el cuidado de la naturaleza –como creación de Dios– y de los más vulnerables van de la mano. En este sentido, han alertado que «no tenemos derecho a destruir la biodiversidad».
Por esto, los obispos del SECAM se han unido a quienes reclaman que se proteja el 50% de la tierra para 2030. Además, el documento pide que se respeten los derechos de los pueblos indígenas y el abandono inmediato de la construcción del oleoducto de África Oriental, que desplazará a comunidades ancestrales de sus tierras. Finalmente, piden a los Gobiernos, especialmente a los del Norte Global, que sean transparentes y rindan cuentas, al tiempo que se les recuerdan sus compromisos financieros para detener la pérdida de la biodiversidad e iniciar su recuperación.
«Lamentablemente, en los últimos años, los inversionistas de todo el mundo se han centrado en la explotación de los ricos bienes naturales de África, a menudo a expensas de las comunidades locales y del medio ambiente. La magnitud de la explotación ha supuesto la pérdida de ecosistemas vitales. Los promotores agrícolas internacionales a escala industrial han contribuido a fomentar la deforestación a gran escala y a desencadenar conflictos sociales».
La declaración del SECAM hace una mención especial a la biomasa de la cuenca del río Congo, que es la segunda selva tropical más grande del mundo. La cuenca del Congo es una de las principales áreas de biodiversidad restante de la Tierra. Cubriendo más de 2 millones de hectáreas.
Las tasas de deforestación en la cuenca del Congo, históricamente más bajas que las del Amazonas y el sudeste asiático, están aumentando, especialmente en la República Democrática del Congo. El problema ecológico es inseparable de su vertiente social. Como apunta la declaración, estos abusos contra la biodiversidad afectan a comunidades vulnerables que llevan siglos cuidando de esos ecosistemas y, también, generan diferentes conflictos sociales.
«Instamos firmemente a todos nuestros hermanos y hermanas a que comprendan que los seres humanos hemos sido creados de forma única a imagen y semejanza de Dios y estamos llamados a ejercer una administración responsable de la creación en nombre de nuestro amoroso Creador», concluye la declaración.
Crédito de la nota: OMPRESS.
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