22 noviembre, 2024

Los Cantores de la Estrella, una tradición de origen muy antiguo

«Me gusta hacer felices a los demás; es bonito cuando llamamos a las puertas y la gente nos ve y empieza a sonreír; podemos sostener proyectos con el trabajo de los Cantores y ayudar a otros niños. Eso me hace feliz; ¡me gusta cantar juntos!». Estos son sólo algunos de los «calurosos» comentarios de los niños y adolescentes que participan en la acción Cantores de la Estrella, organizada por las Obras Misionales Pontificias Suizas (Missio Switzerland).

Se trata de una tradición muy antigua que tiene su origen en el Evangelio de Mateo, concretamente en el pasaje en el que se narra que los Magos, llegados de Oriente para adorar al Niño Jesús, se dejaron guiar por la Estrella.

Ese pasaje del Evangelio de Mateo inspiró los llamados «dramas navideños» del siglo XIV, representados por niños que iban de casa en casa, vestidos de Reyes Magos, con la estrella al hombro, cantando villancicos y recibiendo algún dinero como ofrenda. El siglo XVI marcó el desarrollo de esta tradición con villancicos acompañados de la bendición ofrecida como señal de buenos deseos para el año venidero.

Esta práctica arraigó profundamente en los países alpinos y, aunque con la expansión del protestantismo fue prohibida y en el siglo XIX se proscribió como forma de mendicidad en todo el norte de Europa, a principios de la década de 1920 volvió a retomarse.

«Hoy se dice que es la mayor acción solidaria de Europa realizada por los niños para los niños», explica Sonja Lofaro, responsable de Infancia Misionera de Missio Suiza. De hecho, los niños que participan, normalmente de entre 6 y 14 años, no sólo se disfrazan de Reyes Magos, cantan canciones navideñas y llevan bendiciones a los hogares (Christus Mansionem Benedicat – Que Cristo bendiga esta casa), sino que también recaudan fondos para obras de caridad destinadas a otros coetáneos. Esta actividad se desarrolla desde noviembre hasta el 6 de enero, «momento culminante» de la iniciativa.

«Nuestros Cantores de la Estrella no son coristas profesionales, sino ‘enviados’ por la Conferencia Episcopal Suiza para llevar el mensaje navideño y, al mismo tiempo, aprender a dar un poco de sí mismos por los demás. Sobre todo, aprenden a actuar en comunidad, a perseguir un objetivo; reflexionan sobre el mensaje de Navidad y se forman sobre un proyecto, un tema diferente de un año a otro y un nuevo país», explica Sonja Lofaro.

«Todos aprenden a reconocer lo que pueden hacer mejor y las cosas en las que pueden mejorar. Algunos cantan, otros tocan y otros simplemente sonríen. También aprenden a estar agradecidos por lo que tienen (agua caliente, una casa, comida tres veces al día), en comparación con otros niños que viven en países con situaciones muy diferentes a las suyas», añadió.

Este año, el 13 de diciembre, las tres delegaciones lingüísticas suizas (alemana, francesa e italiana) de los Cantores de la Estrella han sido recibidas en el Palacio Federal. Hacía 14 años que no ocurría, y todos los participantes han vivido la ocasión con emoción, pero también como un signo tangible de unidad, más allá de lenguas y culturas.

«Para todos los Cantores de la Estrella -dice la responsable de Infancia Misionera de Missio Suiza- también es muy significativo ver la reacción de la gente cuando van de casa en casa. Hay quienes abren la puerta y quiénes no. Es importante aprender a manejar un ‘no’ de alguien y a respetarlo. Hay muchos niños que dicen que hace falta valor para llamar a la puerta de desconocidos. La mayoría de la gente, sin embargo, tengo que decir que se alegra mucho de ver a este grupo de niños sonrientes con este mensaje que llevan sobre todo en el corazón».

Crédito de la nota: Agencia Fides.