Está el diálogo ecuménico, con la partida junto a dos líderes de otras confesiones cristianas. Está el tema de la paz, en dos tierras devastadas por la violencia, los atentados terroristas, el cambio climático, los desplazamientos. Está el recuerdo de los mártires y los misioneros. Está el aliento a la comunidad cristiana, una de las más vivas y jóvenes del mundo. Y hay una nueva muestra de afecto con la «obstinación» del Papa -como lo fue con la República Centroafricana en 2015- en no querer renunciar a un viaje a países donde, entre dificultades logísticas y amenazas a la seguridad, nunca es fácil viajar.
En menos de una semana el papa Francisco estará en la República Democrática del Congo y Sudán del Sur, una parada, esta última, deseada desde 2017 pero siempre aplazada por el recrudecimiento de la violencia, y que ahora tendrá lugar junto al primado de la Iglesia Anglicana, Justin Welby, y el moderador de la Iglesia de Escocia, Ian Greenshields.
«Cuando venga el Papa…»
Es el 40º viaje del pontificado, debería haber sido el 37º antes de Kazajistán y Bahréin porque estaba previsto para julio de 2022. Pero los problemas de salud relacionados con su rodilla y la terapia de los meses anteriores obligaron al Papa a aplazar la visita. Sin embargo, para no hacer faltar su cercanía a los dos pueblos, Francisco había enviado a esos lugares al cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, que en cada cita pública siempre ha querido reiterar que no venía «como sustituto, sino para abrir el camino al Santo Padre». E incluso la gente, desde los obispos hasta los políticos y los fieles, nunca dijeron «si viene el Papa…», sino «cuando venga el Papa…», seguros de que la promesa se cumpliría.
Ninguna amenaza específica
Así será del 31 de enero al 5 de febrero, con el primer viaje internacional de Francisco en 2023, el primer Papa en 37 años que vuelve a la República Democrática del Congo y el primero que toca suelo de Sudán del Sur, el país más joven del mundo desde la declaración de independencia en 2011. «Un viaje hermoso para llevar una palabra de paz», dijo el director de la Oficina de Prensa vaticana, Matteo Bruni, además aclaró que «no hay ninguna amenaza específica. Grande es el esfuerzo de las autoridades locales para garantizar la seguridad».
La preocupación está relacionada con los recientes atentados cerca de Kinshasa, el último en una iglesia pentecostal de Kasindi que dejó varios muertos. Las heridas que llevan años sin cicatrizar en el país han ensanchado un conflicto en el que ahora se enfrentan un centenar de grupos guerrilleros, con una situación dramática en el este del país «centro de muchos intereses, escenario de conflictos y violencias de diversa índole».
En Sudán del Sur, a pesar de los acuerdos de paz de 2018, la violencia nunca ha cesado, y desde 2013, dos años después de la independencia, los esfuerzos y el optimismo se han alternado con episodios dramáticos relacionados con la violencia. Incluso allí han muerto miles de personas. Para agravar la situación, crisis alimentarias, sequías e inundaciones.
El encuentro con víctimas y desplazados
Francisco se desplazará en un coche descubierto durante varias citas y se reunirá con representantes de instituciones, iglesias y sociedades locales. Entre ellas, víctimas en el este de la República Democrática del Congo y desplazados internos en Sudán del Sur. Dos momentos, dijo Bruni, que prometen ser «conmovedores».
Igual de emotivo, recordó, fue el viaje a Bangui, la capital centroafricana, «una etapa incierta por la violencia que había tenido lugar unos días antes en la capital. El Papa quiso ir entonces, aunque muchos se lo desaconsejaron: “Sólo tengo miedo a los mosquitos”, dijo a los periodistas en el avión. Y el “ambiente festivo en las calles” fue la respuesta».
Acogida cariñosa y cuidado de las personas
Una cariñosa acogida -que ya se vio en julio para Parolin entre bailes y cantos y los desenfrenados zaghroutahs (gritos de alegría) de las mujeres- se espera también para el papa Francisco, en estas tierras que reúnen al 20% del catolicismo mundial, subrayó Matteo Bruni. Y recordó las diversas intervenciones públicas del Papa en favor de las poblaciones de los dos países: desde la vigilia en San Pedro en 2017 y el anuncio, ese mismo año, en la iglesia anglicana de Todos los Santos, en Roma, de que quería ir a Sudán del Sur junto a Welby, pasando por la Jornada de Oración y Ayuno por la Paz en febrero de 2018, hasta la última entrevista con la revista comboniana española Mundo Negro, donde el Papa aclaró también el motivo de la cancelación, respecto al programa anterior, de la parada en el norte de Kiwu, lugar de fallecimiento del embajador italiano Luca Attanasio: razones de seguridad y, sobre todo, de «cuidado» de las personas que pueden correr peligro.
Gran asistencia a la misa en Kinshasa
En cuanto al programa del viaje, durante el cual el Papa pronunciará siete discursos en Kinshasa y cinco en Juba (todos en italiano, en algunos casos con traducción simultánea), Bruni explicó que se espera que la misa del 1 de febrero en el aeropuerto de Kinshasa-Ndolo, celebrada según el rito zaireño del Misal Romano, sea uno de los actos más concurridos del pontificado. La zona puede albergar hasta un millón y medio de personas y, según la prensa local, habrá muchas en la celebración del Pontífice. El escenario donde tendrá lugar la celebración es el más grande jamás construido en la República Democrática del Congo, y además está equipado con un ascensor para facilitar la llegada del Papa. El coro que animará la misa es también uno de los más numerosos de la historia: 700 personas.
Crédito de la nota: Vatican News.
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