Pablo sabía que no podría ir a la JMJ de Lisboa. El sarcoma de Erwing, un tumor que se desarrolla a cualquier edad y en cualquier parte del cuerpo, no le había dado ninguna esperanza. No sabía, sin embargo, si en los días en los que el Papa se reuniría con miles de jóvenes en la capital portuguesa con motivo del evento mundial, él seguiría vivo o estaría ya en el Cielo, cerca de Aquel a quien llamaba el «Amado» Jesús, que «¡tanto me dio, tanto me consoló, tanto me hizo feliz!».
En el Cielo haciendo lío
El mismo Pablo escribió esto en una carta entregada este miércoles 2 de agosto al papa Francisco: «De hecho, no sé si, cuando reciba esta carta, le podré acompañar desde la oración, o si Dios, en su infinita misericordia, me habrá llamado ya. En ese caso, espero que Él me permita echarle una mano –¡y mucho mejor!– desde el Cielo, haciendo lío y fiesta como usted bien lo dice».
Murió como religioso carmelita
Pablo Alonso María de la Cruz Hidalgo murió el 15 de julio. Murió como carmelita, habiendo ingresado en la Orden in articulo mortis, profesando los votos en su habitación del Hospital clínico de Salamanca.
Su consagración religiosa fue una respuesta a ese «ardor» dado por la fe que él decía sentir en cada fibra de su cuerpo debilitado por seis años de enfermedad. Su historia –que, en cierto modo, recuerda la de otro joven apasionado por Cristo, Carlo Acutis– fue entregada al Papa durante el vuelo a Lisboa por Eva Fernández, conocida corresponsal de la emisora española Radio Cope, que en cada viaje apostólico destaca por su particular elección de los regalos que entrega a Francisco.
El recuerdo para el funeral
Esta vez es más que un regalo: es el testimonio de vida y de fe de un joven, escrito por él mismo con lucidez y serenidad. La misma lucidez y serenidad con las que Pablo diseñó el recuerdo para su funeral: una cruz floreada con la inscripción «Árbol de la Vida Eterna, signo de esperanza porque en él descansa el autor de la vida».
La enfermedad diagnosticada a los 16 años
A Pablo, nacido el 26 de julio de 2001 en Salamanca, le diagnosticaron sarcoma de Ewing a los 16 años. Fue un periodo de pruebas muy duras, durante el cual, sin embargo, el chico dijo sentir la llamada de Dios a la vida consagrada y comenzó a rezar especialmente por la conversión de los jóvenes: «Para que conozcan el amor de Dios, manifestado en Jesús Eucaristía, y por la unidad de la Iglesia».
El encuentro con Cristo
En su carta al Papa relata los años de su enfermedad: «Soy consciente de que todo tiene una razón en el plan de Dios. Entre altibajos, días mejores y peores, y con mucha purificación a través de la enfermedad, hoy miro mi vida y puedo confesar que he sido y soy feliz».
«He descubierto que el centro de mi vida no es la enfermedad, sino Cristo. Como les he dicho a mis amigos, a mi familia, a mis hermanos carmelitas: “Por el sufrimiento en la enfermedad me encontré con Dios, y por la muerte en la enfermedad me iré con Él”. Y, por ello, le doy gracias».
En oración, desde el hospital o desde el Cielo
En otra parte de la carta entregada al Papa, Pablo escribe que le hubiera encantado participar «en la JMJ de Lisboa con usted y con tantos jóvenes de todo el mundo».
«Sé por experiencia que el fuego interno que puede tener un joven enamorado de Jesús no lo puede apagar nadie. Pido al Señor que en Lisboa arda ese fuego del amor de Dios. ¡Cómo me gustaría que los jóvenes conocieran a Jesús, mi Amado! ¡Me ha dado tanto! ¡Me ha consolado tanto! ¡Me ha hecho tan feliz! Físicamente, estoy sin fuerzas, pero la comunión de los santos me permitirá participar con ustedes de otra manera más profunda y cercana».
Crédito: vaticannews.va
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