«El uso generalizado de esta sustancia está causando graves problemas mentales y sociales, especialmente en relación con el desempleo y la grave crisis económica», afirma la organización en un comunicado.
«Cáritas Freetown hace un llamamiento urgente al gobierno de Sierra Leona para que actúe de inmediato declarando una emergencia sanitaria y asignando recursos para combatir esta crisis, con el fin último de salvaguardar a la juventud de la nación».
La marihuana sintética (cuya composición puede variar según el productor) apareció en el mercado hace media docena de años. Producida y distribuida por bandas criminales, la kush (también llamada «droga zombi») es una mezcla de diversas sustancias químicas y plantas que imitan el THC (cannabinoide) natural que se encuentra en el cannabis.
Muy extendida entre los jóvenes de Sierra Leona, Liberia y Guinea Conakry, esta droga está teniendo graves consecuencias sociales en estos países de África Occidental. Según los responsables de los centros sanitarios de Freetown, el 90% de los ingresos de varones en el pabellón psiquiátrico central se deben al consumo de kush.
Su comercio se ve facilitado por el bajo precio al que se vende, inferior al de los antes populares analgésicos Tramadol.
El elevado desempleo juvenil que asola a los tres países mencionados representa un poderoso incentivo a la hora de buscar formas «farmacológicas» para evadirse. La población de Sierra Leona, más de 8 millones de personas, tiene que hacer frente a una elevada inflación y un enorme desempleo. El kush consigue que los sierraleoneses olviden sus frustraciones haciéndoles entrar en el túnel de la adicción y, a menudo, de la enfermedad psiquiátrica en un país que sólo cuenta con cinco hospitales con licencia para tratar estas enfermedades.
Se comprende, pues, la alarma lanzada por Cáritas Freetown de que «hay que declarar una emergencia sanitaria para proteger el bienestar y el futuro de la juventud de la nación».
Cáritas añade que «además de declarar una emergencia sanitaria, es crucial invertir en programas de prevención y rehabilitación. Esto incluye establecer centros de tratamiento accesibles y asequibles, lanzar amplias campañas de sensibilización pública y poner en marcha iniciativas educativas para informar a los jóvenes sobre los peligros asociados al consumo de kush».
Crédito de la nota: Agencia Fides.
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