A las 17 horas, cuando comienza a oscurecer, en el centro de la Plaza de San Pedro se encienden las luces del gran árbol de Navidad y se inaugura el Nacimiento entre la admiración de quien ha querido estar presente, esta tarde, para disfrutar, en primera fila, de un espectáculo que emociona y habla al corazón. La tradicional ceremonia fue presidida por el cardenal Fernando Vérgez Alzaga, presidente de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano. Con él, la hermana Raffaella Petrini, secretaria general de la Gobernación, en presencia de las delegaciones oficiales de los lugares de origen del pesebre y del abeto, procedentes respectivamente del Valle Santa Reatina en la diócesis de Rieti (Lazio), y de Macra en la diócesis de Saluzzo, Piamonte, que por la mañana fueron recibidos en audiencia por el papa Francisco.
Las dos delegaciones
En particular, para el Nacimiento artístico participan, entre otros, el obispo de Rieti, monseñor Vito Piccinonna, los dos comisarios del proyecto «El Valle del Primer Belén» y del pesebre montado en el Aula Pablo VI, Enrico Bressan y Giovanna Zabotti, y la Banda de la diócesis «Iglesia de Rieti». De la delegación para el árbol de Navidad, un abeto blanco, forman parte junto con otros, el obispo de Saluzzo, monseñor Cristiano Bodo, el presidente de la Región Piamonte, Alberto Cirio, el alcalde de Macra, Valerio Carsetti, y el coro «La Reis» de san Damiano Macra. Contribuye a la ceremonia la Banda del Cuerpo de la Gendarmería que ejecuta el Himno del Estado Ciudad del Vaticano, el de la República Italiana y la canción final «Blanca Navidad».
El cardenal Vergéz: Nosotros como los pastores de Belén
El cardenal Fernando Vérgez Alzaga saluda cordialmente a las delegaciones a las que expresa su gratitud. Celebramos, recuerda, un doble aniversario: los 800 años de la primera representación de la natividad en Greccio y los 800 años de la aprobación de la Regla de San Francisco, por eso, explica, no podía faltar un belén que viniera de aquella tierra, mientras que el árbol muestra toda la belleza de la naturaleza y la riqueza del territorio rico en tradiciones de donde proviene. El purpurado continúa diciendo que «esta noche, como los pastores de Greccio, somos nosotros los protagonistas del pesebre y, como ellos, nos acercamos a admirar con asombro al Niño; somos nosotros esos pastores que se ponen en camino y somos nosotros los pastores llamados a anunciar a Jesús a nuestros hermanos».
La presencia de san Francisco- agrega el cardenal Vergéz- nos invita a reflexionar sobre la protección de la casa común, así como el majestuoso abeto de 27 metros de altura. Decorado con 5000 estrellas alpinas cultivadas en la llanura -señala- es testimonio de respeto por el medio ambiente y agrega que, después de la Navidad, este árbol no volverá a su bosque, sino que de su madera se fabricarán juguetes para regalar a los niños. Su deseo es que este árbol traiga un poco de alegría y que cada uno sea una luz para quien está a su lado.
El obispo de Rieti
La alegría de toda la diócesis de Rieti por la posibilidad de ofrecer este Nacimiento precisamente 800 años después de la primera natividad querida por san Francisco es expresada por el obispo, monseñor Vito Piccinonna, que habla de un sueño cultivado durante mucho tiempo, ese puntiagudo de llevar a la atención del mundo un belén de impronta franciscana. «Nuestro pensamiento ahora no puede dejar de ir a los lugares que han visto el nacimiento del Redentor y que hoy ven destrucción y miles de muertos. Si es verdad que el Verbo de Dios al hacerse carne se ha unido a todas las criaturas, esto nos recuerda nuestra responsabilidad hacia cada ser humano».
El belén como un abrazo al Poverello y al Papa
«Nunca pensé que tendría una ocasión tan valiosa de poder hablar en la plaza del corazón de Roma y del mundo», comienza Enrico Bressan que describe el belén montado como una verdadera obra de arte realizada en Greccio, Pueblo en el Reino inmerso en las rocas a 700 metros de altura y que quiere revivir lo querido por el santo de Asís. La idea es proponer una especie de quinta teatral que quiere dedicar un abrazo a san Francisco, y a su vez es abrazada por la columnata, y enviar un abrazo al papa Francisco. Los personajes, de tamaño natural, son de terracota pintada montadas sobre una estructura de hierro disecada con vestidos de la época (1200). Recuerda con orgullo que, antes de la audiencia general del miércoles pasado, el Papa saludó a las maestranzas en el trabajo. 103 personas que han colaborado en su realización. «Viendo las imágenes de estos días que llegan de Tierra Santa esperamos que este belén sea un signo de paz y sea catalizador de energías que puedan difundirse en esa tierra».
Un abeto que cuenta la belleza de su territorio
Después de encender las luces del pesebre es el momento de las intervenciones de la delegación del Piamonte de la que proviene el abeto. El obispo de Saluzzo, monseñor Cristiano Bodo, subraya el honor de haber podido donar el abeto que iluminará la Plaza de San Pedro durante las fiestas. Cuenta la historia del entorno del que proviene una belleza única, rica en bosques, verdes, senderos marcados por pequeñas capillas votivas. «En esta tierra, dice, han nacido y crecido personas esenciales laboriosas, vinculadas a su territorio, dedicadas al bien común, han nacido diversas vocaciones a la vida religiosa y sacerdotal. El árbol representa una Iglesia local pequeña pero animada por el mismo espíritu que anima a la Iglesia universal. El árbol, símbolo de la vida permanece aquí, añade, para desear a todos una Navidad verdadera, atrae a Jesús luz y vida del mundo, haciéndole sentir necesario a la humanidad a menudo sin alegría. Recuerda también que solo con Jesús son posibles el cuidado de la vida, la sonrisa y la alegría, la fraternidad universal y la paz».
La iluminación del árbol de Navidad
El presidente de la Región Piamonte, hace notar que el abeto tiene más de 50 años de vida y que habría sido abatido por motivos de seguridad y que la iniciativa de donarlo al Papa fue de la comunidad de lo que es uno de los más pequeños pueblos de Italia, con un total de 48 personas. «Iluminará la Navidad de todo el mundo y esto para nosotros es motivo de orgullo y de compartir porque los juguetes que luego serán obtenidos y donados a los niños serán un signo de fraternidad», afirma Alberto Cirio, mientras el alcalde de Macra, Valerio Carsetti, subraya el paso del abeto de los bosques a la Plaza de San Pedro como resultado de una idea nacida hace 8 años: «¿Por qué no le damos al Papa uno de nuestros árboles? Y aquí estamos hoy». Fuerte y resiliente, humilde y obstinado expresa el carácter de su gente, concluye, «no quería ser un árbol brillante, pero sobrio como nuestros pequeños municipios». Es el momento de la iluminación y son dos niños los que presionan el botón que enciende las luces del árbol que alternan los colores blanco, amarillo, rojo, azul y verde, acogidas por el caluroso aplauso de los presentes.
El pesebre propone con sencillez nuestra fe
Concluye la ceremonia el saludo de sor Raffaella Petrini: «estamos reunidos alrededor de la natividad como lo fueron san Francisco y sus frailes en Greccio. Estamos aquí con el mismo asombro, maravilla y gratitud por la posibilidad de revivir la venida de Jesús al mundo». Entonces los personajes eran personas vivas y un sacerdote había celebrado en el pesebre la Misa para decir que el niño recién nacido es el Pan para la salvación. «Cada día – subraya el secretario general de la Gobernación- se realiza la encarnación a través de la Eucaristía». El pesebre es un instrumento de anuncio del mensaje de salvación, vuelve a proponer con sencillez nuestra fe. «Deseo que su contemplación sea un renovado impulso de la vida cristiana en la sencillez de la vida cotidiana y que el árbol nos recuerde el amor de Francisco por la creación y que el cuidado del ambiente es inseparable del cuidado de los hermanos».
El Nacimiento y el árbol en la Plaza de San Pedro permanecerán expuestos hasta la conclusión del tiempo de Navidad, que coincide con la fiesta del Bautismo del Señor, el domingo 7 de enero de 2024.
Crédito de la nota: Vatican News.
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