Grandes extensiones de tierra destruidas por los violentos cambios climáticos, la pobreza extrema y los repetidos enfrentamientos armados que siguen poniendo de rodillas a varias zonas del país. El hermano Claudio Bozza conoce bien los dolores de Sudán del Sur.
Sin embargo, el misionero comboniano de origen italiano que se encuentra en Juba, capital de la nación del centro-este de África, utiliza una sola palabra para describir el espíritu con el que la Iglesia local está viviendo el Adviento: esperanza. Porque, dice, «aquí nos guía Dios. Todas las parroquias intentan acercar a la gente al Señor porque sólo Él sana, sólo Él cura».
Amplia participación
En todo el país se siente mucho la preparación de la Navidad, aunque tenga lugar en medio de mil dificultades, como la escasez de alimentos, la falta de medicamentos y la ausencia de seguridad. «A pesar de todo las celebraciones aquí están muy concurridas. Las iglesias se llenan y la profunda alegría se percibe también en los cantos y los movimientos corporales que hacen de cada celebración una fiesta».
La caridad al centro
En el Adviento de este año, la Iglesia local está aún más comprometida con la caridad. «Miles de personas –explica Bozza– llegan a las fronteras de Sudán del Sur desde un Sudán asolado por la guerra civil. Hombres, mujeres y niños se han refugiado al otro lado de la frontera, pero han sido prácticamente abandonados».
Así fue como los misioneros combonianos se pusieron manos a la obra para poner en práctica un plan de rescate capaz de salvar numerosas vidas intentando reunir a las familias que se habían dispersado en el vuelo. Un verdadero «milagro de Navidad».
Crédito de la nota: Vatican News.
Más historias
Acutis y Frassati, el millenial y el estudiante que serán santos en el Jubileo
Escuelas en riesgo por los desastres naturales en Filipinas
Pakistán: hacia la beatificación del joven Akash Bashir