ADN CELAM publicó el balance de la Red Iglesias y Minería sobre 2023 titulada: «Los grupos de fe no han perdido la esperanza de enfrentar al gigante». En el texto se lee que el año que acaba de concluir ha sido duro para quienes defienden los territorios tanto en la Amazonía como en Mesoamérica frente al avance del extractivismo de la región que cuenta con la complicidad de los propios Estados. Así ha quedado expresado en un manifiesto de la Red Iglesias y Minería.
Actividad de alto riesgo
Asimismo, se afirma que ser un líder ambiental se ha convertido en una actividad de alto riesgo toda vez que «miles de concesiones siguen en espera de ser entregadas en América Latina» bajo el manto de la impunidad y la corrupción. Y a esto se añade el avance del cambio climático que afecta a todos por igual dejando más vulnerable a las poblaciones más pobres.
El extractivismo atenta contra la casa común
También la doble moral de Europa que continúa con su agenda extractivista por el litio aun cuando la Conferencia de obispos de Europa y el CIDSE han capitulado al respecto: «Todo extractivismo atenta contra la Casa Común».
A pesar de todo este grave contexto, han agradecido al papa Francisco haber publicado en 2023 Laudate Deum, en la que «se insiste con mayor firmeza en señalar las causas políticas, económicas, sociales de la debacle ecológica a la que asistimos, y la emergencia de frenar ese modelo que se denuncia».
Balance del 2023
Asimismo, han celebrado victorias importantes. Panamá Libre de Minería, donde la Iglesia Católica, congregaciones religiosas y conferencia episcopal han tenido un papel muy importante. En Ecuador, se logró con la presencia masiva de la sociedad civil que Quito, la capital, esté libre de minería y también de dejar el petróleo del Yasuní (un territorio megadiverso) bajo tierra.
Se destaca el encuentro de participantes de siete países, comunidades de base y organizaciones de fe, agentes pastorales que «están en la importante lucha de exigir el respeto a los territorios». Más de treinta personas de todo el continente compartieron sueños y acciones.
También más de treinta comunicadores se reunieron en Iquitos, en el corazón de la selva amazónica, para «afirmar su convicción de acompañar a las poblaciones, ciudades, comunidades que están enfrentando a este Goliat».
Al cierre del año más de ochenta personas de diferentes espacios pastorales y expresiones de Iglesia en el territorio, se reunieron en el Encuentro continental: tejiendo relaciones de ternura con la Madre Tierra, donde además estuvieron presentes instituciones como el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM).
Diez años de camino
La Red Iglesias y Minería cumplió diez años de camino. Han analizado en el marco de este aniversario las consecuencias del extractivismo, «los cambios brutales y violentos a los que nos hemos enfrentado en tan corto tiempo, los nuevos y más caóticos escenarios».
Aunque se avizoran mayores sufrimientos, se considera que la presencia de la Iglesia cobra más sentido, tal como lo analiza Moema Miranda, miembro de la Red.
«El movimiento de resistencia de Jesús, es justamente donde parece ya no haber camino, cuando parece que ya no hay opción, esa es la opción de Jesús».
En medio de este escenario, «las Iglesias y grupos de fe presentes en los territorios, no han perdido la esperanza de enfrentar al gigante, al monstruo de poder y dinero que con engaños quiere convencer a las poblaciones». Se añade asimismo que:
«De manera colectiva se sigue sembrando vida, como se siembran los campos, como se protege el agua por ser fuente de la existencia, se sale a las calles. Así las redes de iglesia, parroquias, grupos de fe organizados, misioneras, obispos, defienden el derecho de las comunidades a decir NO a este sistema económico».
Perspectivas para el 2024
Resulta vital pensar en un cambio de modelo, para ello siguen proponiendo la desinversión minera como mecanismo eficaz para proteger con hechos a la Madre Tierra.
Se recuerda también que cinco jóvenes de territorios afectados recorrieron Europa, denunciando lo que pasa en sus territorios, sus ríos, sus bosques, con los pueblos indígenas cuando la minería llega: «América Latina no es zona de sacrificio».
Al respecto, las Iglesias tienen un papel profético «a contribuir de manera concreta para terminar con esta realidad tan violenta y salvaje: desinvertir en minería, hacer códigos éticos y financieros que se desliguen de estas acciones que matan y violan derechos, que ponen en riesgo toda la vida humana y la vida del planeta». Y se expresa:
«Este 2024, el desafío es inmenso como el interés de los poderosos, pero la inspiración en el Sí valiente de María nos mueve, la esperanza de Jesús, nos levanta, nos da certeza, de que amanecerán nuevos tiempos, más libres y más dignos, y para eso caminamos, ¿hasta cuándo? ¡Hasta siempre!»
Crédito de la nota: ADN CELAM.
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