Hace 50 años, un 8 de septiembre de 1973, siguiendo el llamado del papa Pablo VI a las Congregaciones religiosas misioneras para evangelizar América Latina, hemos llegado tres jóvenes religiosas pertenecientes a la Congregación de las Hermanas Dominicas Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús al sur de Bogotá (Colombia), una zona marginada con grandes carencias en infraestructura y desarrollo social.
Hemos comenzado nuestra labor en medio de las comunidades de la zona junto con el párroco del momento, buscando consolidar un trabajo «comunitario» que permitiera la dignificación de la vida, la formación integral de la persona humana y la construcción de comunidades cristianas. Así nació FISDECO, Fundación Integración Social y Desarrollo Comunitario, obra de pastoral social al servicio de la Iglesia liderada por las hermanas, que con el paso de los años ha logrado transformar la vida de miles de familias de la zona, haciendo visible y posible la vivencia de la fe y la construcción del Reino en medio de los más necesitados.
Dando respuesta a las necesidades
A nuestra llegada a la zona, nos encontramos con una realidad que sobrepasó nuestras expectativas de lo que sería esta nueva misión: familias numerosas donde los niños mayores se responsabilizaban de los menores, mientras sus padres trabajaban en las rudimentarias fábricas de ladrillos o en cultivos de flores al extremo norte de la ciudad. Las calles estaban destapadas y las casas construidas en adobe, palos de madera y plástico, sin servicios de agua o luz. Las familias cocinaron en estufas de gasolina que resultó en un alto número de niños quemados. Tampoco había instituciones educativas en la zona. Pero a pesar de estas condiciones difíciles, nos encontramos con un deseo profundo por parte de los habitantes de vivir su fe según las tradiciones que en el campo habían aprendido.
Ante esta realidad, el grupo de hermanas junto con algunos laicos decide comenzar a gestar un cambio desde la atención integral de niños, jóvenes, mujeres y adultos mayores, abarcando servicios educativos, espirituales, médicos y apoyos materiales para necesidades básicas. Este mancomunado esfuerzo por generar procesos de cambio, desarrollo y dignificación de la vida ha sido desde los comienzos la esencia de nuestra acción misionera, haciendo que cada beneficiario de ésta sea agente de su propio desarrollo y junto con otros, aporte a la transformación de su entorno y de la sociedad.
Hoy en día nuestros pilares principales son el jardín infantil y el colegio de primaria (actualmente con 500 estudiantes), la atención a mujeres y adultos mayores de la comunidad y las bibliotecas.
Una mirada esperanzadora al futuro
La obra misionera de las hermanas a través de FISDECO se ejerce actualmente desde las áreas de Educación y Gestión Comunitaria en seis Centros Integrales ubicados en distintos barrios pertenecientes a la Localidad Ciudad Bolívar, que abarca una población de más de 1 millón de habitantes. Cabe mencionar, que la difícil situación que vive el país a nivel político, económico y social se ve reflejada en la localidad haciendo que problemáticas como pobreza, desplazamiento, migración, desempleo, marginalidad, drogas y violencia sean un flagelo para los habitantes de la zona.
Adicionalmente, la alta tasa de analfabetismo y bajo nivel en la educación primaria y secundaria marca la población y no le permite salir de su situación vulnerable. Una de nuestras iniciativas actuales para enfrentar esta situación, es la implementación de un plan piloto de alfabetización con el método «IntraAct» (proveniente de Alemania) para mejorar el proceso de aprendizaje de lectura para mejorar y agilizar el desempeño académico.
Para nosotros es prioridad la primera infancia, niñez y juventud. A través de los años hemos experimentado que la educación transforma el entorno social a pesar de las difíciles circunstancias y una formación de calidad logra cambios significativos en los núcleos familiares y sus entornos sociales. Año tras año, alrededor de 100 estudiantes terminan su educación primaria en quinto grado y salen con un buen fundamento para su desarrollo intelectual, ético y religioso.
Hoy nuestro gran sueño, tanto de los estudiantes como de todas personas involucradas en la FISDECO, es construir una sede de secundaria para los grados sexto a once, para que las niñas y niños puedan continuar los procesos educativos y formativos hasta culminar su educación secundaria. Estamos convencidos que de esta manera podrán convertirse en agentes de su desarrollo individual y de sus familias, generando un impacto sostenible en el bien común de sus comunidades.
La secundaria es un proyecto y una inversión grande que aparentemente supera nuestras posibilidades actuales. ¿Pero quién hace 50 años se hubiera imaginado todo lo que fuimos capaces de construir hasta el día de hoy? ¡Por eso, con la ayuda de Dios, miramos hacia el futuro con esperanza y compromiso para seguir haciendo sueños realidad!
Crédito de la nota: Vatican News.
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