Andrés García está en Nabasanuka, en la zona del delta del río Orinoco, habitada por esta etnia warao, en el estado venezolano de Delta Amacuro, fronterizo con la Guayana. En la página web de los Misioneros de la Consolata ha expresado su alarma por la situación que se está viviendo con estos fallecimientos.
«En el vídeo que adjunto», cuenta Andrés, «se ven algunas de las tumbas de los niños warao que están muriendo en estos días (quince días) en las localidades de Mukoboina y Jokorinoko, de la parroquia Manuel Renaud, Municipio Antonio Díaz, del Estado Delta Amacuro, en la República Bolivariana de Venezuela. También en otras localidades de la misma parroquia y las de la parroquia vecina (Padre Basilio Barral), se están multiplicando casos graves».
«El dolor de las familias es inmenso y, como ven en las imágenes, ya no quedan ni lágrimas para llorar, solo dolor y muchas interrogantes: ¿Qué está pasando? ¿Por qué? ¿Quién nos ayudará? ¿Cuándo? ¿Hasta cuándo? ¿Cuánto vale la vida de un indígena warao? ¿Cuántos más tenemos que morir y ver morir para que los que pueden remediar esto actúen con contundencia? ¿Los tiempos y los ritmos de actuación serían iguales si fuéramos hermanos, padres, hijos de los ‘poderosos’?», pregunta el misionero.
«¿Habrá actualmente otras urgencias sanitarias por encima de esta en nuestro Estado? ¿Otras prioridades por encima de la salvaguarda de la vida de los ciudadanos? ¿Sería distinto si estos brotes se estuvieran dando en los ‘barrios bien’ de Tucupita?».
El misionero relata que «según la descripción de los familiares y vecinos de los niños que están muriendo, los síntomas son fiebre, dolor de cabeza y de cuello, convulsiones y, ya cerca de la muerte, sienten opresión en el pecho. Los niños fallecen en 72 horas. En los últimos días también algunos adultos están sintiendo los mismos síntomas… Algunas muestras han sido llevadas a Caracas para examinar.
«Esperamos resultados para establecer diagnóstico y lanzar tratamiento y prevención. Nuestra esperanza está en Aquel que hizo de los pobres y los oprimidos una prioridad en su vida y por ellos murió y confiando en toda la humanidad resucitó para librarnos del miedo a la muerte y a las fuerzas que quieren apagar la luz y la vida».
Crédito de la nota: https://www.consolataamerica.org/
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