23 noviembre, 2024

Francisco a los jóvenes: No a la discriminación, sí a la «projimidad»

El Santo Padre intervino, a través de la plataforma Zoom, en el cuarto encuentro del ciclo «Construyendo puentes», en esta ocasión con estudiantes universitarios de Asia-Pacífico, en un evento organizado por la Pontificia Comisión para América Latina en colaboración con la Universidad Loyola de Chicago.

«La tecnología ayuda, pero no basta. La vocación humana busca pertenencia, de ahí el origen de los apellidos (…) El joven necesita una pertenencia», expresó el papa Francisco en su conversación mediante la plataforma Zoom con estudiantes universitarios de la región Asia-Pacífico en el cuarto encuentro del ciclo «Construyendo puentes». La iniciativa, efectuada este jueves 20 de junio por la tarde, estuvo organizada por la Pontificia Comisión para América Latina (CAL) en colaboración con la Universidad Loyola de Chicago y distintos Dicasterios de la Curia Romana y continúa las charlas iniciadas en febrero de 2022 con chicos de las Américas, de África y del sur de Asia.

La actividad fue introducida por la Dra. Emilce Cuda, secretaria de la CAL, quien explicó que muchos jóvenes han decidido migrar a la región de Asia-Pacífico para estudiar o trabajar en esas tierras. Por este motivo, resolvieron comenzar la construcción de un nexo con dicha realidad. Los jóvenes conectados procedían de Japón, Nueva Zelanda, Taiwán, Filipinas, Papúa Nueva Guinea, Indonesia, Singapur y Timor Oriental (de hecho, Francisco visitará estos últimos cuatro países en septiembre).

También se proyectaron videomensajes de saludos, ánimo y de apoyo a este espacio enviados por el Cardenal Kevin Farrell, Prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, y por Monseñor Luis Marín de San Martín, Subsecretario de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos. A su vez, la secretaria de la CAL leyó una carta del Cardenal José Tolentino de Mendonça, Prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación.

La pertenencia

Los jóvenes, divididos en cuatro grupos de trabajo, expusieron algunas ideas surgidas en sus coloquios y plantearon diferentes inquietudes al Santo Padre, quien los escuchó con atención y tomó apuntes. En la primera parte, el Papa reflexionó sobre la importancia de la pertenencia y sostuvo que una instrucción que no da pertenencia de alguna manera defrauda y llena la cabeza de conceptos, pero su corazón queda sin pertenecer. También evidenció la relevancia de la pertenencia para la salud mental: pertenecer a una familia, a un grupo de amigos, a una confesión religiosa. Luego, el Obispo de Roma los incentivó a preguntarse: «¿Cuáles son mis pertenencias reales?».

Francisco dejó claro que en esta época de los automatismos lo único que convoca seriamente son los testimonios. «Esa pertenencia te lleva a la dignidad humana», acotó, «y la dignidad humana se recibe y se da con un testimonio humano, de pertenencia, de participación», añadió el Pontífice. En esta línea, precisó que el testimonio nos salva de la vulnerabilidad y mencionó que hay muchos jóvenes expuestos a ella por diferentes causas. Por tanto, les recomendó pensar sobre sí mismos: «¿Qué tengo en mi vida que es más vulnerable?, ¿dónde soy más débil?», para que puedan vigilar, ayudarse y dejarse ayudar frente a la vulnerabilidad.

La salud mental y la discriminación

Francisco consideró que la discriminación es uno de los factores que más afecta a la salud mental. Enseguida, interpeló a sus interlocutores: «¿Yo me siento discriminado? ¿Yo discrimino a los demás? ¿Con qué pautas discrimino?», y los exhortó a seguir adelante con el testimonio, con la sanidad que brinda la capacidad de tener una propia identidad, y también pidiéndose ayuda y ayudándose unos a otros. «Testimonio, salud mental y pertenencia», reiteró el Papa.

Volver a ver la grandeza de la mujer

El Pontífice también se refirió a la discriminación de género y advirtió sobre su peligro: manifestó que, en la concepción social moderna, las mujeres son «de segunda categoría», «los que valemos somos los hombres, pero nosotros vemos que hoy en día en el mundo las mujeres son las mejores dirigentes, y aquí en el Vaticano tenemos muchas mujeres dirigentes», observó.

Francisco pidió volver a ver la grandeza de la mujer, pues «es superior al hombre en cuanto a capacidad, intuición (…)» y señaló que la capacidad de maternidad le da una posición de acción mucho más efectiva que el hombre.

«La discriminación de la mujer no va», reivindicó Francisco, recordó a tantas mujeres solas o abandonadas por el marido y dijo que «una de las cosas más bellas de la creación es la intuición femenina».

El Santo Padre sugirió que el problema de la discriminación se resuelve con la «projimidad», un término que ya ha utilizado en otras ocasiones para designar la capacidad de «hacerse prójimo». «Somos todos prójimo», continuó, y enriqueció su mensaje con unas consideraciones sobre el amor, recordando que la capacidad de amar hace crear. Al respecto, aconsejó a los chicos que no tengan miedo y que sepan distinguir el verdadero amor del falso amor.

A colación de las palabras de un estudiante sobre el género, que mencionó la elevada tasa de VIH en Filipinas, el Papa solicitó luchar para asegurarnos de que la sanidad esté preparada para tratar y ayudar a todas las personas, sin exclusión, viéndolas como hermanos y hermanas.

«Para crecer bien tienes que estar en la lucha cotidiana»

El Papa aludió también a la necesidad de una educación armónica, en la que la mente, el corazón y las manos estén coordinados y, como ha hecho en otras ocasiones durante su Pontificado, comentó que en algunos lugares se ofrece una educación «solamente cerebral, de conceptos. Eso no es educación, es instrucción parcial», sentenció. Sobre este punto, el Pontífice aseguró que, para crecer bien, hay que estar en la lucha cotidiana, en el trabajo, en el cambio de ideas de todos los días.

Explayándose sobre el valor de la diversidad de religiones, un asunto esbozado por una participante en la reunión, Francisco los estimuló a dialogar con los demás y aseveró que el aislamiento daña el corazón. «Y en una persona que se aísla crecen toda clase de vicios, toda clase de malas costumbres. Para no aislarse tenemos que tener la formación en la fe: saber bien qué es nuestra fe, y eso nos lleva a ser cristianos auténticos», prosiguió. A continuación, alertó la tentación de un cristianismo «al agua de rosas», es decir, sin sustancia. «No, cristianismo concreto», instó, agregando: «Soledad y aislamiento no. Para dialogar hace falta una identidad muy grande».

Francisco expresó su alegría por participar en el encuentro: «Me ayuda para comprender cuál es la vida de los jóvenes (…) Ustedes tienen mucho que dar como cultura, no se sientan inferiores».

«La ideología es una enfermedad»

El peligro de las ideologías fue otro de los conceptos formulados por el Papa en una de sus contestaciones: «Vivimos en una cultura muy ideologizada, y esto es grave», opinó. Además, ponderó el drama que representa cualquier ideología y encomendó a los jóvenes esforzarse en el diálogo con armonía con otras culturas. A su vez, abogó por crear relaciones pacíficas, estables y constructivas.

Antes de las conclusiones, el Santo Padre puntualizó que todavía vivimos en una cultura machista, en la que la mujer es relegada a un segundo plano, y llamó a luchar contra ella. «El machismo es una enfermedad grave de la sociedad», zanjó.

También reiteró su llamamiento a sembrar la paz, que «no es fácil, pero es lo mejor que podemos hacer», dilucidó.

Crédito de la nota: Vatican News.