Dieron la bienvenida Guillermo Sandoval, director del Centro de Gestión del Conocimiento del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), y el padre Erick Oñate, vicerrector de la Universidad anfitriona.
Sandoval compartió tres ideas-eje: «El discurso bastante cínico que indica “ustedes son el futuro”, el ecosistema que marca el futuro de generaciones y una invitación a los jóvenes a hacerse cargo de la Iglesia y la sociedad ahora». Además expresó un deseo: «Aprovechemos también la experiencia de las generaciones anteriores. No excluyamos a nadie. No se puede sanar una injusticia construyendo otra. Debemos construir juntos la Iglesia y la sociedad».
Oñate afirmó que «la Iglesia, hoy día, a propósito de la sinodalidad nos invita a caminar juntos. Si miramos en retrospectiva desde Medellín hasta Aparecida, con las orientaciones pastorales propuestas en Chile o las propuestas que se hicieron desde América Latina al Sínodo para el Documento de Trabajo, hay una traslación sobre quiénes son los jóvenes. En los 60’s y 70’s eran explotados; en Aparecida era, sujetos de dificultad cultural a los que les cuesta construir sus identidades; en el documento del sínodo decimos que a los jóvenes hay que salir a buscarlos porque ya no están en la Iglesia. Debemos seguir dando protagonismo a los jóvenes de hoy».
Este segundo y último día tuvo como conferencista a la hermana Nathalie Becquart, de la Congregación Xavieres, formada en filosofía, teología y sociología, subsecretaria del Sínodo de los Obispos 2021-2024. Hizo un gran esfuerzo para leer su ponencia en español –gesto que fue muy apreciado por la asistencia– y realmente se le comprendió muy bien.
Becquart resaltó que «muchas conferencias episcopales indicaron que les resultó difícil escuchar a los jóvenes en las rondas de asambleas previas al sínodo». También dejó en claro que uno de los frutos que ya está dando el camino sinodal es una renovación de la Iglesia como «lugar» menos burocrático y más relacional y sumó que los jóvenes «deben ser escuchados y eso implica caminar con ellos», en el marco de una Iglesia «familiar donde se viva la fraternidad y las edades no importen».
«El futuro de nuestra casa común depende de que jóvenes y ancianos caminen juntos en intercambio de dones, tienen que hablar entre sí, es una emergencia», alertó la religiosa.
Crédito de la nota: ADN Celam
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