«La inestabilidad política y la inseguridad social en Sudán del Sur han provocado un desplazamiento masivo de personas hacia las ciudades y pueblos de la frontera con Sudán: nuestro objetivo es ayudar a los niños y niñas de las familias sin trabajo, o con un trabajo ocasional, a reanudar los estudios interrumpidos y, a los más pequeños, ofrecerles el acceso a un programa escolar». Así lo informó el padre Franck Mandozi Tondi, sacerdote comboniano, de origen congoleño, hablando del nuevo proyecto escolar que los religiosos de la Orden fundada por san Daniel Comboni en la comunidad de Kosti están llevando a cabo en favor de los niños refugiados de Sudán del Sur.
«Normalmente – dice el padre Franck -, durante la siembra y la cosecha, muchas de estas familias van a trabajar al campo. Los niños que asisten a la escuela se ven obligados, por la grave situación económica de sus padres, a interrumpir sus estudios para ir a trabajar con ellos. Durante este tiempo – continúa -, las lecciones siguen. A veces la mitad de la clase no está porque se ha ido a los campos. Por ello, en nuestras escuelas tenemos alumnos mayores que, por ejemplo, están en el primer año de primaria. Tenemos alumnos en las clases superiores que no saben leer ni escribir su nombre y que no hablan árabe ni inglés».
Para hacer frente a esta situación, en la parroquia de San Pablo, donde trabaja el padre Franck, se ha puesto en marcha un programa educativo dividido en dos secciones: una en árabe y otra en inglés. Mientras que la sección árabe lleva más tiempo en funcionamiento – dice el misionero -, la sección inglesa es más reciente, ya que está influenciada por los refugiados de Sudán del Sur. «Con nuestro proyecto – prosigue -, queremos que, por ejemplo, los estudiantes de familias pobres puedan continuar sus estudios. Esto reduce la cultura de la violencia, ya que la mayoría repite el tipo de violencia que ha sufrido en el pasado. En definitiva, crea un ambiente sereno que promueve el desarrollo integral de los alumnos».
«También a causa de la pandemia de Covid-19, el número de estudiantes en nuestras escuelas ha disminuido: en el año escolar 2018 – 2019 nuestros estudiantes eran dos mil 240. El año pasado fueron mil 599. Este año nuestras aulas están casi vacías, salvo algunas. La mayoría de estas familias proceden de aldeas de Sudán del Sur donde es raro encontrar una escuela bien establecida». Por ello, es muy importante promover el diálogo y sensibilizar a estas familias de la necesidad de la educación de sus hijos: «Intentamos hacer lo que podemos, también mediante las homilías en las misas, para invitar a los padres a tomar en serio la educación escolar de sus hijos y también para motivar a los alumnos a cooperar en su crecimiento intelectual, humano y social», concluyó el padre Franck.
Crédito de la nota: Agencia Fides.
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