La Iglesia es misionera por naturaleza, evangelizar es su identidad. Antes de subir al Cielo, Jesús dejó a sus discípulos un mandato que es una llamada esencial para todos los cristianos: «El Espíritu Santo vendrá sobre ustedes y recibirán su fuerza, para que sean mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los confines de la tierra». En su mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones 2022, que se celebra el domingo 23 de octubre, y que ha tomado como tema las palabras de Jesús, el papa Francisco ofrece algunas reflexiones sobre las palabras clave que describen la vida y la misión de los discípulos.
Para que sean mis testigos
«Para que sean mis testigos»: estas palabras, escribe el Papa, son el punto central: Jesús dice que todos los discípulos serán sus testigos y la Iglesia no tiene otra misión sino la de evangelizar el mundo, dando testimonio de Cristo». Francisco señala entonces que el uso del plural: «seréis testigos» indica el carácter comunitario-eclesial de la llamada. Y continúa:
Todo bautizado está llamado a la misión en la Iglesia y bajo el mandato de Iglesia. La misión por tanto se realiza de manera conjunta, no individualmente, en comunión con la comunidad eclesial y no por propia iniciativa. Y si hay alguno que en una situación muy particular lleva adelante la misión evangelizadora solo, él la realiza y deberá realizarla siempre en comunión con la Iglesia que lo ha enviado.
Es Cristo de quien debemos dar testimonio
El papa Francisco cita las palabras de San Pablo VI en la Evangelii Nuntiandi: «Evangelizar nunca es para nadie un acto individual y aislado, sino profundamente eclesial». Luego observa que los discípulos son enviados por Jesús al mundo no sólo para «realizar la misión, sino también y sobre todo para vivir la misión; no sólo para dar testimonio, sino también y sobre todo para ser sus testigos».
Los misioneros de Cristo no son enviados a comunicarse a sí mismos, a mostrar sus cualidades o capacidades persuasivas o sus dotes de gestión, sino que tienen el altísimo honor de ofrecer a Cristo en palabras y acciones, anunciando a todos la Buena Noticia de su salvación con alegría y franqueza, como los primeros apóstoles.
«Hasta los confines de la tierra»
La misión confiada a los discípulos tiene un carácter universal, desde Jerusalén se extiende hasta los confines de la tierra. Y Francisco hace una aclaración: «no son enviados a hacer proselitismo, sino a anunciar; el cristiano no hace proselitismo». Son la imagen de la Iglesia en salida. A causa de la persecución en Jerusalén, los primeros cristianos se dispersaron y anunciaron a Cristo por todas partes, señala el Papa, y continúa:
«Algo parecido sucede también en nuestro tiempo. A causa de las persecuciones religiosas y situaciones de guerra y violencia, muchos cristianos se han visto obligados a huir de su tierra hacia otros países. Estamos agradecidos con estos hermanos y hermanas que no se cierran en el sufrimiento, sino que dan testimonio de Cristo y del amor de Dios en los países que los acogen».
La Iglesia de Cristo era, es y será siempre «en salida» hacia nuevos horizontes geográficos, sociales y existenciales, hacia lugares y situaciones humanas «límites», para dar testimonio de Cristo y de su amor a todos los hombres y las mujeres de cada pueblo, cultura y condición social. En este sentido, la misión también será siempre misión ad gentes, como nos ha enseñado el Concilio Vaticano II, porque la Iglesia siempre debe ir más lejos, más allá de sus propios confines, para anunciar el amor de Cristo a todos.
Crédito de la nota: Vatican News.
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