Así se han hecho llegar numerosas cartas, dibujos y mensajes de paz, y además se han recaudado 900 mil pesos argentinos, unos 7 mil dólares, que han sido llevados a Europa personalmente por el director nacional de Obras Misionales Pontificias en la Argentina, el misionero verbita de origen polaco Jerzy Marian Faliszek, SVD.
En el marco de su viaje, el padre Faliszek redactó un informe donde relata sus visitas a centros de refugiados en lugares de Polonia y Ucrania, transmitiendo el agradecimiento de los destinatarios de la ayuda.
«Desde la invasión rusa, unos 6,8 millones de ucranianos huyeron de su país, junto con al menos otros 7,7 millones de desplazados internos. Muchos se fueron con lo básico en una mochila y estuvieron varios días sin dormir en una cama. La mayoría son niños, mujeres y gente mayor. Las personas que huyen de la guerra desde Ucrania son, probablemente, el tercer grupo más grande de refugiados, después de los de Siria y Venezuela», explicaba el misionero verbita. También compartió las dificultades educativas de los niños ucranianos.
El director nacional de OMP Argentina compartió el testimonio de cinco niños y niñas «que hoy quieren hablarnos, como expresó el nombre de la Campaña, ‘de corazón a corazón’»:
«Mi nombre es Michail, tengo 12 años, nací en la ciudad de Donetsk. Después del estallido de la guerra tuve que abandonar la ciudad con mi familia. Me gusta aprender idiomas extranjeros, actualmente estoy aprendiendo inglés, francés y polaco por mi cuenta. Creo en la amistad y la justicia. Sueño con viajar por el mundo, estudiar en la universidad. Un día quisiera lanzarme en paracaídas. Sin embargo, mi mayor sueño es la paz en Ucrania. Me gustaría que la gente no muriera más, sueño con volver a casa a nuestro Donetsk».
«Mi nombre es Stanislaw, estoy en sexto grado. Después de la invasión rusa tuvimos que abandonar la Región de Donbás y huir al sur del país. Debido al cambio climático mi hermano menor, que sufre de asma, tuvo un ataque grave y fue hospitalizado en cuidados intensivos. Nuestros padres se turnaron para estar con él en el hospital hasta que le dieron de alta. Un día nos llamó nuestro vecino de Donetsk para avisarnos que nuestra casa había sido alcanzada por un proyectil. Quedaron sólo las paredes. En un instante habíamos perdido todo. No sé cuándo podremos regresar a nuestra ciudad para reencontrarme con mis amigos y familiares. Tengo mucha esperanza de que vuelva la paz en todo el mundo y todos regresen a sus propios hogares».
«Mi nombre es Anastasia (Nastia para los amigos). Tengo 16 años. Estoy en el noveno grado en la escuela en el sur de Ucrania. Mi historia comenzó en la ciudad de Makijewka. Una mañana escuché en la tele la palabra ‘guerra’. De repente todo cambió. Creo que en pocos días me convertí en una persona adulta. ¿Qué se siente cuando un misil explota fuera de tu ventana? ¿O cuando la explosión te estremece por dentro? Miedo, impotencia, desesperación: así eran las interminables noches. Recuerdo el amanecer rojo y el relámpago de fuego de los misiles… Quiero volver a mi casa».
«Mi nombre es Vitaly, estoy en séptimo grado y tengo un hermano menor, Rostyslav, que está en tercer grado. Después del bombardeo de nuestra ciudad tuvimos que mudarnos a la costa del Mar Negro, donde ahora vivimos y vamos a la escuela. Fue muy difícil para mis padres porque lo perdimos todo. A mi hermano Rostik le encantan los animales, por eso mis padres le regalaron uno para su cumpleaños. Extraño a mis abuelos que se quedaron en Donetsk y me encantaría verlos lo antes posible».
«Mi nombre es María. Tengo doce años. Nací y pasé la mayor parte de mi infancia en Donetsk, pero hace unas semanas tuvimos que dejar todo y mudarnos a la zona rural, lejos de mi casa. Me gustan mucho los animales. Mi sueño es que todas las personas en la tierra vivan en paz, que nunca haya más guerra. Quiero agradecer los regalos que recibimos de diferentes partes del mundo. En algunos paquetes los niños adjuntan dibujos y poemas con los deseos de paz. Incluso tratan de escribir en ucraniano. Esto me conmueve mucho, porque cuando un niño dibuja algo, sé que habla con su corazón».
Crédito de la nota: OMPRESS.
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