Han sido muchos y muy diversos los testimonios recogidos entre los alumnos, cuyo hilo conductor remite siempre al sentido de la vocación misionera de cada uno. «Un misionero es una persona llamada por Cristo a seguirle, debe dejar su cultura, su entorno y entrar en la cultura de los demás. Está llamado a dejar atrás, a olvidar el lugar del que procede. Debe aprender otras lenguas, otras tradiciones. Por mi vocación doy gracias al Señor».
Y continúa: «En la vida del misionero hay alegrías y dificultades. La alegría se encuentra en primer lugar en quien lo ha enviado, Cristo. El papa Francisco ha dicho: ‘la belleza de la consagración es la alegría. Y no hay santidad en la tristeza’».
Uno de los estudiantes ha añadido: «El misionero es aquel que ha recibido una llamada y quiere seguirla para recibir una misión y cumplirla». Otro de los alumnos ha afirmado: «El misionero no debe tener miedo ni desanimarse, debe ser fuerte y confiar en Dios. No hay que olvidar que hay muchos que pierden la vida en la misión, como le ocurrió a nuestro cohermano el padre Adrien Jeanne, asesinado en Costa de Marfil».
Enfermedades, epidemias, como la fiebre amarilla que mató a los primeros misioneros que llegaron a Sierra Leona, guerras…, son «obstáculos» que forman parte del día a día de quienes dedican su vida a la misión. «Pero las dificultades hacen crecer la fe», han dicho al unísono los chicos de la Propedéutica de Lomé, que han invitado a todos a acompañarles con la oración, el apoyo y la amistad.
Crédito de la nota: Agencia Fides.
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