Este año, en Cisjordania no hay señales externas de Navidad. Siguiendo el llamamiento a la sobriedad dirigido por los líderes religiosos de Tierra Santa a los sacerdotes, consagrados y a todos los fieles, como signo de solidaridad con todos los que sufren a causa del conflicto en curso en la Franja de Gaza, no habrá decoraciones ni se repartirán dulces ni regalos por las calles.
Sobriedad forzada también para muchas familias en situación precaria por la ausencia de peregrinos en los lugares santos; la economía de las peregrinaciones está en crisis desde el 7 de octubre. Pero la Natividad de Jesús sigue siendo una ocasión para profundizar en la alegría y el sentido auténtico de la solemnidad: la humildad del Hijo de Dios en el pesebre de Belén.
En la parroquia de la Anunciación de Ain Arik, cerca de Ramala, el párroco, Firas Abedrabbo, decoró el interior de su iglesia con un Nacimiento y un árbol, para reunir a los niños y reconfortarlos en este momento particular de creciente preocupación.
Padre Firas Abedrabbo, la situación en Cisjordania, Israel y la Franja de Gaza es extremadamente complicada. En este contexto, ¿cómo se puede ayudar a los niños a prepararse para la Navidad?
Ciertamente, ésta no es una Navidad normal. Las actividades navideñas se han reducido mucho. No decoraremos el exterior para no dar la impresión de que no somos solidarios con todo lo que ocurre a nuestro alrededor. Pero para los niños -lo hemos hablado en la parroquia con el consejo- haremos, como en muchas parroquias, una especie de reparto de regalos, una pequeña fiesta con ellos, porque la Navidad sigue siendo importante para los más pequeños, sobre todo en esta situación. Haremos actividades para levantarles un poco el ánimo, con toda sencillez. Respetaremos la situación, pero al mismo tiempo sembraremos alegría, la verdadera alegría de la Navidad, centrada en el nacimiento de Jesús, y viviremos este tiempo en familia, como una sola familia.
Cuando hablan con los niños, ¿les hablan de la situación? ¿Qué preguntas le hacen?
Hacen muchas preguntas, sí. Preguntan: «Pero, ¿por qué tienen que morir estos niños? ¿Por qué la gente se pelea así?». Y luego se hacen esta otra pregunta: «¿Sucederá esto también aquí con nosotros?». Realmente viven con miedo y se hacen muchas preguntas, que yo llamaría existenciales, se preguntan por la muerte, por la muerte de los niños, por la injusticia, pero lo expresan en su lenguaje infantil.
En este contexto, ¿cómo inculcar valores de paz, diálogo y reconciliación?
Este es realmente el reto para todos los sacerdotes de aquí. Hablamos mucho de ello. Pero, ¿cómo preservar una perspectiva cristiana de la situación y ofrecer una solución cristiana? Porque es cierto que el odio crece en todos los frentes y, con él, el fanatismo político y religioso. Y los cristianos estamos un poco en medio, porque por un lado somos palestinos y por otro somos cristianos. Por supuesto, intentamos explicar a nuestros hijos que debemos amar a todos, que debemos amar al enemigo. Y ellos, por supuesto, hacen preguntas difíciles. Les respondemos que, para nosotros los cristianos, amar a alguien no significa aprobar todo lo que hace. Significa ver la imagen de Dios en él y ayudarle a ver la imagen de Dios en sí mismo, rezando por él, mostrándole una gran caridad que ojalá convierta su corazón.
Imaginamos que para estos niños las perspectivas pueden cambiar en función de la situación, que es, en cualquier caso, más allá de la guerra que se vive, una situación de violencia de fondo, casi permanente.
¿Cuáles son hoy las perspectivas de futuro para estos jóvenes?
Muchos jóvenes están pensando emigrar por diversas razones. Principalmente por la falta de libertad. Pero muchos dicen también que, por desgracia, no ven perspectivas de paz en un futuro próximo. También esperan que sus hijos, cuando se casen, no vivan en la misma situación que ellos. Por eso piensan en marcharse. Pero también hay muchos que dicen: «Queremos quedarnos. Este es nuestro país. Esta es nuestra situación. Esta es nuestra cultura. Tenemos que quedarnos aquí».
Crédito de la nota: Vatican News.
Acoger a los niños, los pequeños, es sembrar en ellos la Esperanza de Cristo, el paso de su Alegría en sus vidas estrenadas y nacientes, proteger e impulsar sus propios caminos de Salvación para ellos mismos y su entorno, desde la sencillez ,simplicidad profunda de la Fe