La hermosa iglesia de María Madre del Buen Pastor, administrada por los combonianos Alfred Mbaidjide y Franco Nascimbene, con la ayuda de un nutrido equipo de laicos comprometidos del barrio de Charco Azul, se transformó en un escenario para presentaciones de música y danza, representaciones teatrales y proyecciones de películas, en un lugar de oración, reflexión y trabajo grupal para los jóvenes que llegaron desde Bogotá, Medellín, Tumaco y Cali.
La mayoría de los grupos de jóvenes presentes en el evento nunca habían viajado tan lejos de casa. La delegación más numerosa –que también afrontó el viaje más largo–desde Tumaco, en la costa del Pacífico: más de 50 jóvenes cargados con maletas, cajas, mochilas, tambores, objetos de malabarismo, monociclos y uniformes artísticos. Su viaje en autobús duró más de 16 horas. Pero, como todos los demás, no mostraron el menor signo de cansancio durante los tres días del Congreso.
Todos los grupos invitados se habían estado preparando desde principios de año con una serie de talleres centrados en el legado de san Daniel Comboni y en la vida misionera, basándose en el siguiente cuestionamietno: «¿Cómo podemos ser constructores de un mundo de paz, tolerancia y justicia social como auténticos testigos de Jesús?”.
Para financiar su viaje, durante muchas semanas los jóvenes tocaron las puertas de las casas de sus barrios, realizaron espectáculos de malabares y bailes en las calles, vendieron billetes de lotería y comida hasta ahorrar el último centavo que les habían donado para participar en este gran encuentro. Fue un esfuerzo colectivo lleno de creatividad, apoyado y alentado por los misioneros.
Diez combonianos enriquecieron estas reflexiones con sus testimonios. El Hermano Jonathan Chajón, por ejemplo, contó su recorrido desde su infancia y juventud en Guatemala hasta sus estudios actuales que completa con los misioneros combonianos en el Centro Internacional de Hermanos de Bogotá. Los jóvenes interactuaron con él haciéndole preguntas sobre su vocación y pidiéndole más detalles sobre el proceso de formación que está viviendo y sobre su futura vida misionera.
Por la noche, hubo una sesión de cine muy especial: la proyección de la película Puentes en el mar de la directora colombiana Patricia Ayala y rodada con actores no profesionales de Tumaco, algunos de los cuales estuvieron presentes en el Congreso.
El domingo 30, después de la misa de clausura, con tambores, cantos y bailes improvisados, los 150 jóvenes caminaron por las calles y plazas de la ciudad, generando un ambiente cautivador por todas partes y tomándo fotos para llevarse con ellos, junto con el inolvidable recuerdo del II Congreso de la Juventud Comboniana.
Crédito de la nota: Comboni.org
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