Elogió el compromiso de «promover la justicia social y el desarrollo humano integral», alentado por «la fe católica y su visión de un mundo cada vez más conforme al designio de amor de Dios sobre la familia humana». Con estas palabras, el papa Francisco recibió ayer, 19 de septiembre, a una delegación del movimiento internacional de estudiantes católicos «Pax Romana», formado originariamente en Friburgo, en 1921, con el objetivo de evangelizar los ambientes universitarios.
Francisco inició su reflexión entrelazándola con la que se remonta al Sínodo sobre los jóvenes de 2018, cuando animó a las nuevas generaciones a ser, haciéndose eco de la Exhortación apostólica postsinodal Christus Vivit, «protagonistas de la revolución de la caridad y del servicio».
El Papa recordó las obras «de educación y formación» puestas en marcha por el Movimiento en Francia, Tailandia y Kenia, basadas en «el testimonio del Evangelio y la doctrina social de la Iglesia». Iniciativas ambivalentes, capaces por una parte de promover «un sentido de ciudadanía global», y por otra de fomentar «la acción a nivel local». Así, «Pax Romana» se erige en preludio de una profundización y comprensión de «las cuestiones sociales más acuciantes de nuestro tiempo», posibilitando que los jóvenes «promuevan cambios eficaces en sus propias comunidades, sirviendo así de fermento evangélico».
Un mensaje, el de Francisco, que también toca el tema actual del Sínodo sobre sinodalidad. Al mencionarlo, el Papa animó a los presentes «como individuos y todos juntos» a dejarse implicar «en el camino sinodal de la Iglesia». Un avance hecho de «camino compartido, de escucha, de participación y compromiso en un diálogo abierto al discernimiento, y también a estar atentos a la suave voz del Espíritu Santo».
El deseo del Papa para los jóvenes miembros del Movimiento es que su encuentro resulte en «una fuente de renovada inspiración», con el objetivo de «trabajar por el desarrollo de la paz, la concordia, la justicia, los derechos humanos y la misericordia, y así por la propagación del Reino de Dios en este mundo».
Finalmente, Francisco completó su mensaje encomendando a los presentes a la intercesión de María y a la del beato Pier Giorgio Frassati, «a quien espero contar entre los santos en el próximo Año Santo», concluyó el Papa.
Crédito de la nota: Vatican News
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