Los niños de Haití aún llevan las heridas del catastrófico terremoto de 7,0 grados en la escala de Richter que devastó el país caribeño el 12 de enero de 2010. Una tragedia que ha marcado la vida de toda una generación de niños, que han crecido entre la violencia, el desplazamiento y la falta de educación. Cicatrices indelebles en el futuro de cientos de miles de niños, ahora agravadas por la violencia desenfrenada perpetrada por bandas armadas.
Un pasado doloroso
Debido al aislamiento del país y a la destrucción de la infraestructura de comunicaciones, no fue posible determinar con certeza el número exacto de víctimas del terremoto, uno de los más potentes jamás registrados en el mundo. Según la Cruz Roja Internacional y la ONU, el terremoto afectó a más de 3 millones de personas, matando a más de 222 mil 500 y desplazando a 1,5 millones de personas. El terremoto —y la epidemia de cólera resultante — afectó particularmente a la capital, Puerto Príncipe, arrasando o dañando gravemente muchos edificios de la ciudad, incluido el Palacio Presidencial, la sede de la Asamblea Nacional, la catedral, así como la torre de control del aeropuerto internacional «Toussaint Louverture».
Todos los hospitales de la ciudad quedaron destruidos o tan dañados que tuvieron que ser evacuados, y cientos de escuelas interrumpieron sus clases para transformarse en refugios para encontrar soluciones habitacionales dignas para los desplazados.
Más de 5 mil muertes en 2024
La crisis que afecta al país caribeño desde hace varios años ha pasado por varios puntos de inflexión: desde las protestas masivas de 2019, al terremoto del año siguiente, hasta el asesinato del presidente Jovenel Moïse, en julio de 2021, y la actual propagación de las incursiones de pandillas, que en la primera mitad de 2024 se aglutinaron, desencadenando una nueva espiral de violencia, a pesar del nombramiento de un nuevo primer ministro. Según fuentes de la ONU, en 2024 más de 5 mil 600 personas murieron en la violencia, más de 2 mil resultaron heridas y más de mil 400 fueron secuestradas. Hoy en día, los grupos armados han transformado gran parte del país —uno de los más pobres del mundo— y Puerto Príncipe en prisiones al aire libre para niños. Ningún lugar es seguro. No pueden ir a la escuela, ni jugar afuera, ni salir de sus barrios. «Su futuro se les escapa», afirma Chantal Sylvie Imbeault, directora nacional de Save the Children.
Los niños se arman para sobrevivir
Sólo en el último año, más de 700 mil personas, de una población de 11,7 millones, han huido de sus hogares debido al avance descontrolado y la brutalidad de los grupos armados, y al menos mil escuelas han permanecido cerradas. Más de la mitad de estas personas desplazadas son niños, niñas y adolescentes, quienes están más expuestos a la violencia, especialmente a la agresión, la explotación y el abuso sexual. La violencia también ha limitado la entrega de ayuda, ha provocado un aumento de los precios y ha provocado un aumento vertiginoso de los niveles de hambre, paralizando el progreso. La desesperación ha llevado a los niños a unirse a grupos armados en busca de alimento y protección, dejando su futuro al borde del abismo.
Crédito de la nota: Vatican News.
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