Hossam era un periodista que enviaba sus artículos y videos a la televisora «Al Jazeera». Uno de esos jóvenes que se encontró haciendo periodismo con la guerra, dentro de la guerra. Con las restricciones de movimiento, los pocos medios de comunicación que quedaban para informar sobre la guerra se encontraron sin corresponsales en el norte y en la ciudad de Gaza.
Así, que para jóvenes como Hossam, la tragedia del regreso de la guerra se convirtió en una oportunidad para demostrar sus habilidades y su valor: no escatimó esfuerzos, basta con echar un vistazo a sus perfiles de Instagram, Facebook y X. Su último reportaje, unas horas antes, fue la cobertura del bombardeo israelí del hospital Nasser de Khan Younis.
Pero hay una injusticia mayor que pesa sobre el sacrificio de estos jóvenes periodistas. Desde hace año y medio, en las redacciones de todo el mundo trabajamos con las noticias, fotos y videos que estos jóvenes nos envían a través de las redes sociales. Porque a los periodistas extranjeros, Israel no les permite entrar en Gaza. Si en estos 18 meses hemos podido enterarnos de lo que ocurre, sólo se lo debemos a ellos. Y, en cierta medida, esto también era así antes de la guerra.
Los medios de comunicación internacionales están en deuda con estos periodistas. Pero es una deuda que no se paga.
Crédito de la nota: Vatican News
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